lunes, mayo 29, 2006

Esteban en el Mundial

Le gusta el chucrut, los lomitos kassler y la cerveza. Pero no sólo por esos motivos partió a Alemania.

Esteban Salinero llegó el sábado 27 de mayo a Berlín para ser el único periodista chileno que trabajará en el sitio de la FIFA durante la Copa del Mundo Alemania 2006.

Y no es la primera ocasión en que lo reclutan para esta labor, ya que él también participó en el Mundial de Corea Japón en el año 2002.

El hecho de que nuevamente lo hayan contratado como second editor del sitio web deportivo más visitado de la historia no es algo menor y muestra que las destacadas condiciones de este reportero van más allá de su nacionalidad, ya que la Roja no quedó seleccionada para participar en ninguno de los dos encuentros deportivos.

Es la primera vez que Esteban visita Europa, y por primera vez también tendrá la oportunidad de ver la final del evento en el mismo recinto donde se diputará la Copa, ya que en el pasado Mundial le tocó seguir la última fecha desde Corea.

También tiene la suerte de volver a trabajar con muchos de los amigos que hizo durante su primera experiencia en el pasado mundial y eso lo tiene muy contento.


Aunque ya no estemos juntos, estoy muy orgullosa y feliz por él: uno más que confirma el viejo dicho… Nadie es profeta en su tierra.

P.D. La foto es una pequeña venganza, a modo de homenaje y con mucho cariño. Si me mandas otra, la cambio… jajajaja.

Up date: Ya puse la nueva foto, pero aún encuentro muy tierna la de las pelotitas, así que la dejé... ¿Qué opina el público?

jueves, mayo 25, 2006

Liú partió a Italia


Mi amiga Liú se enamoró de un italiano y hoy partió a vivir al país de las pastas y el limoncello.

Anoche nos juntamos con amigos a despedirla comiendo pizza chilena, la ayudé a armar la maleta y acepté sus últimos consejos de “no te lo pongas”, aunque no tiene mucho sentido, pues sigo cultivando mi estilo de gringa pobre.

Además de una chaqueta “sí te lo pongas”, Liú me dejo en calidad de “presto regalo” un montón de libros de arte y fotografía que metimos en un gran bolso naranjo.

Después de los besos, los abrazos y la invitación de rigor para ir a verla a Roma cuanto antes, junto a Valeria emprendimos el regreso de las ocho cuadras hacia mi casa.

A mitad de camino me despedí de mi compañera de caminata en la puerta de su edificio y asumí sola el peso del bolso. Entonces pensé en el libro que encontré en la casa de Lidia en Buenos Aires.

“Tenía más de 1500 páginas”, dijo la porteña, recordando cómo la novela la acompañó durante el viaje que hizo por casi toda Europa en tren.

- ¿Por qué no le quedan páginas?- pregunté.
- Porque era lo más pesado de mi pequeño equipaje y, para no odiarlo, decidí ir arrancado cada hoja una vez que terminaba de leerla. Así, cada vez viajaba más liviana.
- Y ¿qué hacías si olvidabas un pasaje anterior de la historia?
- Eso era bueno, porque me obligaba a poner más atención en cada detalle que iba leyendo y, si no recordaba algo, simplemente inventaba esa parte de la historia.

Cuando mis fuerzas se agotaban pensé seriamente en ir abandonado algunos de los libros en el camino, como las hojas de la novela de Lidia o las migas de pan de Hansel y Gretel en el bosque, pero decidí juntar valor y seguí, asumiendo que ese es el peso de la cultura. Todavía me duelen los brazos.


P.D. Liú: tus libros están a salvo… sólo dejé un par de hojas en el camino… jajajaja. Besos y suerte. Manda fruta.

martes, mayo 23, 2006

Investigadora o arrabalera

Al otro lado del teléfono mi papá, el Gadi, trataba de convencerme para que adopte uno de los cachorros que tuvo su gata.

- Todos están riquísimos, tienes que verlos, pero yo sólo puedo conservar uno de los tres y me voy a quedar con el gato inteligente – me dijo.

- Ahhh. ¿Entonces qué gato sería el que me toca a mí?- lo interrogué.

- El arrabalero.

Me explicó entonces que los tres cachorros tenían personalidades muy definidas. “Está el gato investigador, que ya ha recorrido toda la casa siguiendo a su hermano mayor (de la primera camada de la gata); después está el arrabalero, que es el que te tocaría a ti… es el más desordenado, pero el más tiernucho, es simpático y chascón como su madre; por último, está el gato inteligente… el mío, que ve televisión muy atentamente”.

Mi prima Daniela dice que esto es muy raro, pues se supone que los gatos no logran captar el sentido de las imágenes que aparecen en un televisor, sino que sólo ven un barrido de puntos de colores.

Entonces mi papá me contó que el gato inteligente se ponía muy cerca del aparato y que miraba con gran atención los programas del Animal Planet. “Estira el cuello y mueve la cabeza muy concentrado en lo que están mostrando. Ayer estiraba también su mano para tratar de tocar la pantalla y hacerle cariño a los osos, cuando súbitamente saltó contra el televisor”.

Al parecer la del Gadi es una TV de verdadera pantalla plana, porque el gato inteligente quiso meterse dentro de la historia, pero se dio un porrazo contra el vidrio.

Al principio encontré muy tierna la historia, pero después me puse a pensar que a mí también me gusta ver televisión y que mi papá piensa que yo soy muy inteligente… entonces quedé bastante preocupada.

Prefiero ser investigadora o arrabalera.

miércoles, mayo 17, 2006

Cena para el corazón

- Tienes que comerte toda la comida.
- ¿Por qué? – (ya en esa época cuestionaba todo).
- Porque la comida no se pude botar.
- ¿Por qué?
- Por que en África hay niños que no tienen nada para comer y se mueren de hambre – Me explicaba mi mamá, mientras metía la tercera cucharada de guiso en mi boca apretada.

Ese, de los cuatro años, es uno de los primeros recuerdos culinarios que tengo. Aún hoy escucho sus palabras mientras como ya sin hambre y trato de no dejar sobras en el plato. También insisto en alimentar a la gente que viene a mi casa y pido perdón cuando boto comida al basurero, del mismo modo que tiro besos cuando se me cruza un gato negro.

Son supersticiones mías, como tantas otras rarezas que tengo. Pero la pobreza no es una superstición, es una realidad y en África es más real aún.

Mi amigo Roberto Guzmán es sacerdote y vive hace ocho años en Maringwe una de las localidades más pobres de Mozambique, uno de los países más pobres de África y del mundo entero.

En Mozambique la esperanza de vida al nacer es de 42 años (en Chile es de 72), la desnutrición crónica afecta casi a la mitad de los niños y el país está atravesando una de las sequías más duras del último tiempo.

Recordé una vez más todo esto el domingo cuando salí de mi casa rumbo a la de mi madre y, estacionado en la calle Esmeralda, vi el auto más lujoso que jamás había tenido cerca. Se trataba de un Maserati nuevo, negro, sin patente, con asientos de cuero burdeo y un panel de controles digno de una nave espacial.

Estuve averiguando y resulta que ese chiche cuesta más de 100 millones de pesos chilenos (unos US$ 200 mil). Como en Mozambique un 38% de la población vive con un dólar diario o menos, el costo de ese auto podría servir para muchas cosas…

Para ser honesta yo tampoco vivo en la Ley del desprendimiento material, pero hay ciertas cosas que me chocan un poco…

También recordé las palabras de Roberto, él dice que uno no se puede morir sin África en el corazón. Muchos amigos y conocidos suyos han formado un organismo que realiza diversas obras para enviar ayuda a los hermanos y hermanas mozambiqueños.

De hecho, este sábado 20 de mayo a las 20 horas hay una cena de la Fundación Mozambique en el Colegio San Ignacio del Bosque y cuesta sólo $ 2.500 por persona. Si me quedo en Santiago yo voy a ir y, lo que tengo claro, es que llegaré en micro. Tal vez alguien llegue en un Maserati negro sin patente… Tal vez lo quiera donar.

Los sueños no cuestan nada.

viernes, mayo 12, 2006

Juan y Medio

Tenía 61 años y se quemó. Sí, se quemó enterito. El querido restaurant Juan y Medio ya no está con nosotros… por lo menos por un rato.

Recuerdo haber pasado una vez con mi Papá cuando era muy chica y él trató de convencernos a Felipe y a mí para que compartiéramos un pastel de choclo. Pero como le tocaron unos hijos porfiados le hicimos pedir dos. En lo personal, demás está decir que apenas me comí sólo un cuarto del contenido de ese plato greda que más parecía olla que posillo.

Una vez de grande volví a este restaurant de carretera a comer humitas, pero me quedé sin probar otras especialidades de la casa como los porotos granados o la cazuela de vacuno.

Ya se está sintiendo el invierno y el cuerpo pide calorías para protegernos del frío. Por eso mis escritos y conversaciones vienen con sabor y aromas.

De hecho, hoy almorcé poquito, pero me comí tres postres (sí, es mucho, lo sé), y cuando mis contertulios y yo logramos tragar, dimos paso a la nostalgia y al presente de los lugares típicos y picadas.

Hablamos del Café Santos, de la Unión Chica, de los completos del Dominó, de las empanadas y las cañitas de El Rápido, de la Piojera, de los terremotos y las réplicas de El Hoyo, de los pasteles ISSA y de todos esos lugares con gusto a nostalgia.

Y renazca o no de las cenizas, el Juan y Medio también deja eso en el paladar… el recuerdo de algo que algunas vez comimos y que regresa añorado en los días fríos.

lunes, mayo 08, 2006

Comida mojada

- Desarrolla el concepto, por favor – le pido a Claudio
- La diferencia entre la comida seca y la comida mojada es muy simple: tiene que ver en el plato en que la sirves – Responde, explicándome una de sus mañas. Porque además de que no le agradan los porotos verdes y que con el repollo le pica la lengua, a Claudio sólo le gusta la “comida seca”.

Profundiza diciendo que él considera como alimentos mojados la cazuela, la carbonada, el ajiaco, los porotos, las lentejas, estofados varios y el charquicán. En la lista de comida seca, en cambio, encontramos el arroz, el puré, las pastas y las ensaladas.

Yo le rebato argumentando que perfectamente puedo comer puré o pasta en un plato hondo. Él dice que eso no se vale.

Y así seguimos hablando de mañas y rarezas. Porque todos tenemos algunas… o muchas.

Entonces el se venga de mi risa por su comida mojada y me pregunta...

- Como casi de todo, pero no me gusta el queso de cabra, soy alérgica a los calamares... y hablo dormida... en realidad, a veces mantengo largas conversaciones – confieso.

- Ufff… ¿Y sobre qué hablas?

- Hablo conmigo misma sobre la comida mojada, los calamares y otras rarezas mías y de mis amigos.

jueves, mayo 04, 2006

No me diga que no le dije

Ya decía que esto no iba a funcionar.

No me sirve que algunos buses sean verdes, si la mayoría siguen siendo amarillos, siguen contaminando la ciudad y los trabajadores siguen colgando de sus puertas abiertas cada mañana.

Lo supe hace meses cuando una de estas micros se quedó atascada en un paso bajo nivel y lo confirmo cada vez que me subo a un bus del Transantiago y el chofer -muy educado y con uniforme- me recibe la plata con la mano, porque la máquina cobradora está sellada con cinta adhesiva café.

¿Por qué hay cosas que se hacen tan mal en Chile?

En este caso la respuesta es muy simple: porque los que planearon todo esto NO ANDAN EN MICRO, yo sí.

lunes, mayo 01, 2006

Sobremesa

Ese espacio sin tiempo donde uno conversa, ríe, reflexiona y una cosa lleva a otra. Primero hablamos de cine, después de anécdotas, viajes, sueños, recuerdos, cantantes y mil cosas más…

Me encantan esos momentos, ya sea después de una rica comida o haciendo manualidades, como esa vez de la “caja terapia” con la Piti y la Sole, o como el sábado que nos juntamos con la Bea y los chicos a hacer máscaras de cerámica.

La iniciativa es de esta mujer chorísima y se llama “100 blogueros dan la cara”.

Esto da para pensar bastante, porque mientras que muchas veces tenemos que usar máscaras para desenvolvernos en la sociedad, este proyecto permite que un grupo de personas que dejan parte de su alma en la red, se quiten sus caretas haciendo máscaras… Y, aunque esta vez hablé menos y escuché más, lo mejor fue eso… la sobremesa, las historias, las risas y las anécdotas de mis amigos blogueros.

Aunque esta es la foto que más me gustó, hay muchas otras… ya me preguntaron por la cara de maña y reclamo que tengo en algunas de ellas y es que estaba muy agripada… pero además soy así… mañosa. ¿Qué se le va a hacer? Es parte de mi sobremesa.


Fotos de Francisco
Fotos de Hernán