martes, noviembre 13, 2012

Sandy: Mi Primer Huracán

Viví mi primer Huracán en el condado de Westchester, Nueva York, a media hora de Manhattan. Por suerte, ni a mi familia ni a mí nos sucedió nada grave, pero millones de personas se vieron afectadas por una de las catástrofes ambientales más graves que han afectado a la costa Este de los Estados Unidos.




Pocos días antes de la llegada de Sandy, no tenía idea de su existencia. Estaba participando del Achievement Summit en Washington D.C. y me llamaba mucho la atención escuchar permanentes alusiones a “la tormenta”. Un día en la pieza del hotel encontré una carta informativa con los pasos a seguir si el huracán afectaba con fuerza a la ciudad. Terminé de comprender que algo realmente grave estaba por suceder cuando tuve que adelantar un día mi regreso a Nueva York. “Hoy a las 7pm van a suspender todo el transporte público en Manhattan”, me informó un amigo el domingo 28 de octubre.

Logré tomar el último tren expreso que salió ese día desde Washington a NY. Llegué a la ciudad a las 6pm, mis tíos me esperaban en la estación. Fueron muy amables en venir a buscarme, y tenían razón, porque a esa hora y con la evidente histeria colectiva que reinaba en las calles, jamás hubiese logrado llegar a la otra estación y tomar el tren a Weschester por mi cuenta.


Fue notable ver la coordinación general y las medidas que las autoridades tomaron de forma tan rápida y con bastante efectividad. Pero después vino una calma rara, una espera. Para mí, Chilena, acostumbrada a que en mi país se pone a llover y nadie calcula con anticipación la verdadera envergadura de los posibles daños, o que los desastres más grandes son causados por terremotos que llegan sin avisarle a nadie... esta espera era muy angustiante. No saber qué tan fuerte iba a ser todo, era aterrador.

El lunes 29 llegó Sandy. El viento soplaba tan fuerte, que podíamos sentir la casa moverse. 



A las 6pm se cortó la luz. 


Habíamos preparado todo, muchas provisiones, linternas y cargas para los dispositivos electrónicos. Entonces comencé a leer lo que mis amigos y compañeros reportaban desde las zonas más afectadas y lo que los medios y autoridades iban anunciando (ver las fotos de Alan Grabinsky en Flickr). En Twitter vi muchas fotos impactantes, algunas falsas, otras verdaderas. Muchas personas fueron evacuadas de sus casas, miles perdieron sus hogares, millones quedaron sin electricidad por semanas. Aún hay zonas de New Jersey que no tienen luz. Las pérdidas son billonarias.

En la madrugada del 30, hablé por Skype con Christian Pino, de TVN, y traté de explicarle lo tremendo que resultaba para la ciudad de Nueva York tener sectores enteros sin luz, y todo el transporte cortado. "Esta es una ciudad que vive gracias a que la gente puede desplazarse en metro, y el metro no funcionó por muchos días. A eso se sumaba que incluso algunos hospitales tuvieron que evacuar a sus pacientes por falta de luz eléctrica y partes entereas de la ciudad estaban bajo el agua", le dije.



Anunciaron que algunos buses comenzarían a transitar el miércoles 31 por Manhattan. Y yo decidí ir a la isla. Es más, decidí que llegaría hasta Brooklyn, la ciudad vecina, para recibir las llaves de mi nuevo departamento, donde planeaba cambiarme el jueves 1 de noviembre.


Un trayecto que otras veces me había tomado como mucho 2 horas, se tardó más de 6. Partimos en auto desde Weschester a las 8.30am. Mi tío Daniel me dejó calle 180 en Manhattan a las 9am, esperé el bus por más de una hora, todos los buses pasaban llenos. A las 10am tomé el bus M5, que se demoró 3 horas y media en llegar a City Hall, al sur de Manhattan. Luego crucé el puente de Brooklyn caminando y después tuve que tomar otro bus más. Llegué a mi destino pasadas las 3 de la tarde.

Lo más impresionante de ese viaje fue pasar por la zona de Manhattan que continuaba sin luz, sin conexión para los celulares, con todas las tiendas cerradas. Era una ciudad fantasma. Sentí mucho miedo. Porque esta ciudad que ya ha sido blanco terrorista, estaba ahora sola, vulnerable, apagada, solitaria. 



Poco a poco en los días que siguieron el transporte público fue restableciendo y las cosas han vuelto a una extraña normalidad. Hay mucha gente pidiendo en las calles, muchas personas tratando de organizar la ayuda.

Acá, en el primer primer mundo, también hay desastres ambientales y, aunque no lo parezca, también
hay mucha, mucha gente que aún necesita ayuda, pero no olvidemos que Sandy también afectó a países mucho más vulnerables como Haití, que ni siquiera se ha recuperado del todo del terremoto de 2010... Yo sólo espero poder contribuir.