domingo, noviembre 04, 2007

Prendan todo lo que tengan

Santiago luce extremadamente vacío y los tonos rojizos del atardecer muestran una ciudad bella, de grandes avenidas despejadas y una tranquilidad que parece traída de otra parte. No entiendo muy bien que pasa, hasta que recuerdo que éste ha sido un “fin de semana largo” para quienes se tomaron el viernes “sándwich”. No fue mi caso.

Yo me quedé acá y trabajé el viernes, pero además de disfrutar de las calles despejadas, el fin de semana comenzó el miércoles por la noche, cuando tuve un episodio que me llevó a revivir tantas veladas memorables en el Estadio Nacional. “Mi papá tiene dos entradas para ver a Soda Stereo, pero no podrá ir porque está súper resfriado y yo tampoco puedo, ¿te interesan?”, dijo mi prima al otro lado del teléfono. Partí con una amiga de siempre. Mientras compraba cosas para comer, le expliqué que para mí los recitales llevan aparejado el concepto Pic-Nic.

Desde nuestros asientos vimos el sol ponerse detrás del sector Pacífico y el Estadio Nacional llenarse por completo a medida que se acercaba la noche. “Creo que ya estoy medio vieja para esto, así que no esperes que salte, que grite o que coree las canciones”, le dije a Clarita. Entonces, Gustavo, Charly y Zeta aparecieron en el escenario… “Voy a ser tu mayordomo…” y yo ya estaba gritando, saltando y coreando las letras de este grupo esencial en la banda sonora de mi adolescencia y primeros veintes. Un show espectacular, con un repertorio inmejorable, buen sonido y una iluminación y efectos visuales fuera de serie.

Flash back: 10 años antes. Recital de despedida de Soda Stereo. No sé con quienes fui, supongo que con gente no muy cercana, porque cuando comenzó la música me separé del grupo junto a otra chica que me siguió y comencé a avanzar hacia adelante, entremedio de la multitud que llenaba la cancha. Utilizando una técnica rugbista, aprovechando mi baja estatura y con mucha paciencia, llegué sola hasta la reja. Irresponsablemente temeraria. Y me aplastaron y me mojaron y grité eufórica y Zeta –mi integrante favorito- se acercó a tocar muy cerca del público y yo, subida en los hombros de quién sabe quien, levanté los brazos y volví a gritar y él me miró y me cerró un ojo, y tal vez el gesto fue para nadie, pero yo lo sentí para mí, sólo para mí… Ya era suficiente, hice señas para que me sacaran, la gente de seguridad me pasó por la reja y salí por el lado para volver a la cancha, lejos del escenario. La meta estaba cumplida.

Desde que tenía 12 años fui a muchos y muy diversos recitales en ese estadio, desde Rod Stewart hasta Silvio Rodríguez, pasando por Cindy Lauper, David Bowie, Amnistía Internacional, Gun’s and Roses y tantos más… En varios fui a cancha y repetí la maniobra rugbista, algunas veces con más éxito que otras.

Estaba disfrutando de los recuerdos de juventud, como diría una buena vieja decrépita, cuando Cerati dijo “prendan todo lo tengan”. Y el Estadio Nacional se llenó de luces, como nunca antes lo vi. Ya no era el fuego de los encendedores, sino pantallas de celulares y flashes brillando por todo el lugar. No sólo eso era nuevo, sino que la cancha había cambiado. El espacio estaba dividido en “Cancha” y “Cancha VIP”, por lo que sólo dejaba que unos pocos –que habían gastado mucho dinero- pudieran estar realmente cerca del escenario.

Cerré los ojos y vi nuevamente el guiño de Zeta, la gente aplastándome y miles de encendedores iluminando débilmente el Nacional y supe que ya no basta con ser valiente, ya no basta con luchar, ahora hay que tener, hay que gastar más y más. Por suerte pude ser irresponsable y llegar hasta adelante, cuando aún había tiempo, cuando aún había magia.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

El nivel de autorreferencia para pensar que Zeta te guiñaba el ojo a ti es digno del diván de mi tía psicóloga.
Pero independiente de tu divertido comentario el show estuvo genial, la puesta en escena fue magnífica y la entrega de Soda notable.
Todo ordenado, sin gente incomodando al lado de uno, todas personas normales, sin drogas, de buen aspecto y vestidas adecuadamente. Realmente un agrado y una excelente idea la de dividir la cancha al igual que se hizo con U2.
Prefiero menos magia y más orden.

Alejandro dijo...

¿Cuál es esa maniobra rugbista?

Roberto Arancibia dijo...

Lindo texto Paloma, da gusto.
En cuántos recitales y conciertos habremos coincidido, sin saber. (Y en otros que sí supimos, te acuerdas de Kusturica? Salté 3 días!)

Omar Reyes Osuna dijo...

Hace un tiempo escribí sobre ese recital de despedida de Soda, en esa oportunidad viajé a Viña para verlo dos veces, no soy de aglomeraciones pero los recitales tienen esa dosis de desorden necesario para la vida, saltar, gritar, etc. y eso que dices que ya no basta con ser valiente o "avispado" es tan cierto, cada día más manda el billete.

Saludos.

Alvaro dijo...

Lindo relato, tantos recuerdo en el nacional y los recitales.

SERGINHO® dijo...

emmm.. cuando terminaba cada canción sentía el sonido de la máquina registradora, claro habia mas complicidad que en el primero, pero sin duda frio, sin duda por lucas.

Cuando converse con tu integrante favorito antes y después del aviso de estos show me respondio lo mismo... y eso se notaba

luces, sonido, pantallas, todo super pro, nada que decir...

pero me falto sangre... sudor..

pd. mi hermana quería ir a cancha, pegue, empuje, codazos, todo para que no la aplastaran, espero que haya aprendido la lección

Lautaro Ferrada Q. dijo...

"Personas normales" dice Trinidad... ¿a qué se referirá? "Todo ordenado, sin gente incomodando al lado de uno"... "Prefiero menos magia y más orden"... ¿Y sugiere que la autorreferencia del guiño requiere psicoterapia?...

Cuando la visión quirúrgica de la vida adquiere "categoría de receta", se me viene a la mente la frase de Abraham Lincoln (otra vez):

"Es mi experiencia, que aquellos que no tienen vicios, tienen muy pocas virtudes".

Anhelar el orden... todos anhelamos cierto orden, pero es bueno abrirse a comprender el valor de la intensidad, la pasión y las tantas razones para la desesperación, que se tienen en este mundo esquizofrénico.

Prefiero estar más cerca de "la locura" que de "la normalidad", que es cómo optar entre "volar con alas propias, eligiendo rutas, mirando a los ojos, percibiendo olores, tocando vidas..." o "volar dentro de una pompa de jabón, con la inevitable certeza de su ruptura y el miedo a que, sin alas, nos precipitemos al vacío de un mundo que desconocemos..."

Anónimo dijo...

Más que para Paloma... para Lautaro:

Amén.

Anónimo dijo...

Me gusta como escribes en general, y en particular la reflexión de como cambio la forma de estar mas cerca de tu artista, independiente de quien sea y si te sierre a ti el ojo o no, ahora con lukas haces lo que antes era lo mas entretenido y que contrias al primer perico que te pregubntara como te habia ido, es injusto no vale, malditas lukas!!

Loredana Braghetto dijo...

paloma, quedé en el máster!!!.