lunes, diciembre 31, 2007

Temporada de deseos

Caminamos por Providencia con mi prima Julia –nacida y criada en Nueva York- y ella encuentra fantástico el helado de Nutella que venden en “Sebastián”. “No he visto esto allá. En cuanto llegue a la casa voy a googlear Nutella Ice Cream”, me dice.

Ese helado, descubrir desde lo más alto del Cerro San Cristóbal que Santiago realmente está en un valle, comprar un Buff en “Chile Montaña” y una escuela de capoeira que vimos a la salida del metro Baquedano, son las cosas que más le llamaron la atención a mi pequeña gringuita que se esfuerza por hablar un español perfecto.

Para mí, lo más llamativo son los calzones amarillos que inundan las calles. Normales, grandes o colaless, todos con el mismo propósito: amor y fertilidad. Este año decidí no usar, tampoco sé si seguiré otros ritos como comer 12 uvas o lentejas o besar a un hombre.

Lo que sí haré será salir a dar un vuelta con mochila o maleta e invocar con fuerzas mis ganas para el 2008, como cuando saboreo las primeras guindas de las temporada. Felicidad, salud, amor, trabajo y dinero para mi familia, mis amigos y para mí. Para el mundo, paz (deseo base), más justicia social y menos calentamiento global. Y, en lo personal, más capacidad para aprender de mí y de los otros, más habilidades para ver y escuchar, ser más organizada y asertiva para alcanzar mis metas y reafirmar la mentalidad zen del camino a la felicidad, pues todo lo que nos pasa, es lo mejor que podría suceder.

martes, diciembre 25, 2007

Cuentos de navidad

La hija adolescente de una de las peluqueras estaba molestando a la mujer que me hacía la manicure. Ese era el regalo de navidad que decidí darme, un color rosa pálido y unas pequeñas florcitas blancas adornando algunas de mis uñas.

La niña hablaba fuerte y se movía por todos lados, sobreexcitada por la posibilidad de ejercer por una tarde el oficio de su madre.
- ¿Con quién vas a pasar la navidad, tía Vivi?- le preguntó a la mujer que estaba atenta a mis manos.
- No lo sé, tal vez voy a la casa de Juanita, pero no creo.
- Ah, ¿vas a hacer algo en tu casa?
- No, recuerda que yo estoy viviendo en una pieza y mi familia está lejos, en Ecuador.
- Jajaja, entonces vas quedarte sola y a darte los regalos a ti misma, “de Vivi, para Vivi”- se burló.
- Sí- respondió ella y vi sus ojos acuosos concentrados en los pétalos que iba pintando en la uña de mi dedo anular.
“De Paloma, para Paloma”, pensé mientras volvía a la casa.

Aunque en mi familia no se celebra este día (porque somos judíos) muchas veces participé en las navidades de otros, di y recibí regalos, fui encargada de leer los nombres anotados en cada paquete y disfruté de las cenas, la alegría y la ilusión de los niños.

Esta es mi primera navidad sola en mucho tiempo. Por la ventana entran los gritos de los niños de la casa vecina. “Los regalos, los regalos, los regalos…”. “Benjamín, Lucas, Amanda: bajen, ya vino el viejo pascuero”. En la televisión están dando la “Novicia Rebelde” y en el computador Youtube me regala “El cuento de Navidad de Auggie Wren".

Bajo a la cocina y en menos de cinco minutos preparo algo para comer, me sirvo un vaso de vino tinto y pongo play en este fragmento de la película “Smoke”. Un regalo de mí para mí, en una noche calurosa y sola, una noche de nostalgia, de recuerdos, una noche disfrutando de mi compañía y echando de menos a muchas otras que alguna vez disfruté en mis propios cuentos de navidad.
“El cuento de Navidad de Auggie Wren”
Si no te tomas tiempo para mirar, nunca conseguirás ver nada.

El relato apareció publicado en el New York Times el 25 de diciembre de 1990. Allí Paul Auster narra la historia de Auggie, el dependiente de un negocio que cada mañana, precisamente a las ocho en punto, toma una fotografía de su pequeño rincón en el mundo, una tienda de tabacos situada en la esquina entre la Calle 3 y la Octava Avenida de Brooklyn. Al leerla, el director de cine Wayne Wang le propuso a Paul Auster que escribiera el guión de una película. De esta experiencia surgió “Smoke”.

Paul Benjamin (alter ego de Auster) tiene que escribir un cuento de navidad por encargo para un periódico y por eso Auggie Wren le cuenta una historia de la cual él mismo es el protagonista. Un día llega a la casa de un ladrón que había perdido su billetera en la huida tras intentar robar unos libros de bolsillo en la tabaquería. Tiempo después Auggie quiere devolver la billetera para hacer su buena acción de navidad. Pero cuando se abre la puerta no aparece el ladrón, sino su abuela ciega, quien en un primer momento confunde a Auggie con su nieto; Auggie no la contradice. Aunque ambos saben que es mentira, deciden seguir jugando el juego del nieto y la abuela y pasar la navidad juntos.
Aquí puedes leer el cuento completo

Y aquí va el fragmento de la película con una traducción muy castiza

miércoles, diciembre 19, 2007

Por la derecha

Estoy abrazando una nueva causa, no se trata de algo ambiental, benéfico, religioso ni menos político. Vaya que no. Mi causa es menor, pero necesaria.

Como peatona y usuaria del Transantiago todos los días tomo el metro y, para acceder a él, debo subir o bajar por escaleras mecánicas, donde exijo ciertas normas de buen comportamiento.

Siguiendo la tendencia mundial y para hacerlo a prueba de ineptos, sobre cada escala se han dispuesto carteles que indican claramente “Vía Rápida”, para el lado izquierdo, y “Vía Lenta”, para el lado derecho. Pues, al igual como ocurre cuando uno maneja en carretera, si se va a andar despacio o si uno decide quedarse detenido mientras usa la escalera mecánica, debe pararse al lado derecho y, de este modo, dejar libre el lado izquierdo para las personas que quieren avanzar más rápido. No se trata de si uno va atrasado o no, es sólo una pequeña dosis de buenos modales y cultura cívica.

Pero NO. Siempre hay alguien que insiste en permanecer detenido al lado izquierdo, dejando una larga fila de personas atochadas sin razón. Porque esto, señoras y señores, no es el Reino Unido ni Japón, estamos en Chile y ya que nos creemos un país desarrollado de Merry Christmas y Happy Halloween, entonces sigamos las prácticas de buena conducta que imperan en el Imperio.

Ahí es cuando aparezco yo con mi capa abrazando la nueva causa: detecto al individuo que desconoce el reglamento, aunque esté varias personas delante de mí, lo sigo, lo alcanzo y le explico de forma diplomática, dándole a conocer las buenas prácticas de las escaleras mecánicas. “POR FAVOR, SI SE VA A QUEDAR DETENIDO, UBÍQUESE AL LADO DERTECHO PARA NO OBSTRUIR EL TRÁNSITO”.

Cómo tantos precursores, he sido malinterpretada y profundamente incomprendida. Son pocos los que me dan las gracias por mi cruzada ciudadana. Más bien me han llovido los insultos y las caras de desaprobación, acompañadas de frases tales como: “¿Vo creí que yo soy hueona? Si yo sé po, pero yo me quedo ahí porqui quiero no má po, y ademá nadie mi pidió que me corriera, así que ahí me quedo… Y a vó qué te importa?”.

Pero como soy porfiada y estoy abrazando con fuerza la causa, sigo cada día, entendiendo que estoy contribuyendo con un pequeño grano de arena. Nadie es profeta en su tierra, menos en el metro a las horas punta.

viernes, diciembre 14, 2007

Sentirse linda

Una vez más Laly hace milagros con mi pelo y sin ningún resentimiento porque me corté con otro tipo la última vez. Ella toma sus tijeras y aguanta mi cara de terror y mis reclamos: "Sí, un poco más corto; vuélate, Laly, confío en ti; no, no te vueles tanto Laly; ay, está muy corto; ay, me encanta; ¿quedó disparejo o no?".

Paciencia de santa, Laly sonríe, respira profundo y me aguanta porque, mal que mal, nos conocemos hace mil años. Voy a la peluquería donde ella trabaja junto a tres hombres, aunque lo de hombres es un decir, porque todos son gay y, además, son o han sido transformistas.

De día usan su disfraz de macho, pero son mis niñas queridas y, aunque por lo general me cargan ese tipo de bromas, con sus chistes de doble sentido lloro de la risa, opino de sus historias, les cuento las mías y dejo que me muestren las tarjetas que “les mandó el viejito pascuero”, donde aparecen hombres -con poca ropa y muy bien dotados- y mis niñas los miran y suspiran una y otra y otra vez. Besos y abrazos por aquí y por allá y salgo al mundo sintiéndome una reina.

Un vagabundo me lanza piropos, tiene bonita voz, me dice cosas hermosas. Yo sigo caminando, mirando al suelo, como si no oyera, mientras él continúa gritándome y detrás de mis pasos sus palabras se van apagando. Me detengo, miro hacia atrás y yo también grito: “Gracias”.

Es rico sentirse linda.

sábado, diciembre 08, 2007

Análisis otra vez

La publicación vuelve a los quioscos el lunes 10 de diciembre
Este texto es parte del proyecto Imaginar: Laboratorio de Ideas y Opinión

Apsi y Análisis eran las dos revistas que más se leían en mi casa cuando era chica. Había verdaderas colecciones que hoy se pudren abandonadas en un entretecho. Alguna vez intenté rescatarlas, pero fui acechada por arañas, ratones, polvo y monstruos de la oscuridad.

Análisis era una revista más severa y tenía -como su nombre lo dice- artículos de análisis político muy profundos y complejos. A mí me gustaba más Apsi, porque era más amigable en cuanto al diseño y porque tenía reportajes entretenidos incluso más allá de los temas de contingencia política. Por ejemplo, allí apareció mi cuento favorito, "La Oreja de Teresa" de Milena Vodanovic y, en mis años púberes, leí vorazmente la novela "Luna Caliente", de Mempo Giardinelli, que la revista Apsi entregó seccionada en varias ediciones.

Aunque me haya gustado más Apsi, la que vuelve a los quioscos a partir del lunes 10 de diciembre es Análisis. Lo supe cuando me mandaron un correo con una portada bastante insípida, sin ninguna otra información. Veremos qué nos muestra la revista, considerando que ahora la política tiene más fuegos artificiales que carne y hueso.

Movida por la añoranza, recurrí a un excelente dato que José Luis Orihuela entregó en su twitter: el Museo de la Prensa, un proyecto que está siendo impulsado por la Universidad Diego Portales. Se trata de un sitio vivo, donde encontré una portada de Análisis que realmente valía la pena: el día en que Mónica Madariaga pidió perdón.

Nostalgia con olor a tinta y papel.

lunes, diciembre 03, 2007

Mi propio harem virtual


Una terraza en el piso 14 de un céntrico edificio. Nueve chicos y yo. Pero no se trataba de hombres comunes y corrientes, sino que en este grupo había varios de los más importantes personajes del mundo de los blogs en Chile, con los que compartí un rico asado después de uno de los eventos más entretenidos a los que me ha tocado ir. (Después llegó Darcy y compartimos el privilegio de la compañía masculina).

Ya se ha hecho famosa la frase de mi querido Micronauta, “estuvo power el BlogPower” y es cierto. Cientos de blogueros y blogueras nos reunimos a escuchar y a conocernos… Yo me puse a sacar fotos. Las miro y me mareo. Mi ángulo estaba la mayoría de las veces torcido. Pero es así, es la forma en que muchos de nosotros buscamos ángulos de la realidad. De nuestras realidades.

En la foto: Ricardo Barra (Chuqui), Luis Ramírez (OLPC), Nicolás Orellana (OrelWorks), Juan Francisco Diez (ChileHardware), David Basulto (Tricky/Plataforma Urbana), Cristián Sepúlveda (Meeting.cl), Tomás Pollak (Bootlog), Leo Prieto (FayerWayer), Lautaro Ferrada (Cierta Cantidad de Luz) y Paloma Baytelman (Con los Ojos en la Calle).

Todo sobre BlogPower 2007 aquí
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Mi blog es sobre vida urbana y sobre la forma en que yo veo el mundo, y aunque me he especializado en contenidos para la web, no sé mucho de temas de "alta tecnología", pero como a los chicos de mi harem virtual les ponía cara de interés cuando hablaban de software, hardware y otras cosas que son chino para mí... ellos me tomaron afecto, jajaja.