Camino por Avenida La Paz, mientras el Cementerio General se aleja a mis espaldas. Antes recorrí por primera vez el lugar dejándome llevar por el instinto, perdiéndome entre tumbas, sintiendo el frío y el olor a flores viejas, sacando fotos, descubriendo que Manuel Montt está enterrado al lado de Antonio Varas, viendo cómo mueren los ricos, viendo cómo mueren los que tienen menos. Los pobres, muy pobres, no están aquí.
Antes con la familia, con gente vieja con cara de tener muchas historias. Todos despidiendo a la tía Sonia y mi madre, una vez más, como oradora oficial, explicando que la tía era una mujer de impronta en todo sentido, una mujer grande, excéntrica en su vestir, avanzada desde siempre en un país que viene de atrás. Una mujer que gozaba el vivir, el comer, el reír, el amar, pero que también tenía la capacidad de comprometerse y luchar por las causas más nobles y profundas, capaz de correr riesgos, capaz de abrazar la existencia pese a todo. “Puede ser trasgresor, pero quiero pedir un aplauso para ella, porque ella aplaudió la vida”, dijo mi madre.
Y mientras camino de regreso a mi casa y el cementerio, la muerte, la tía Sonia, están cada vez más lejos de mí, la aplaudo a ella, a su capacidad de gozar, de reír, de amar. Yo también quiero aplaudir. Yo también aplaudo.
As I walk down La Paz Avenue the cemetery stretches out far behind me. Moments earlier, for the first time, I had walked around the place, guided by instinct, getting lost among graves, feeling the cold, smelling the old flowers scent, taking pictures, seeing how the rich people die, seeing how those that have less die. The poor people, the very poor people, are not here. Before that, I was with the family, old people with richly storied faces. All saying good bye to aunt Sonia. My mother, once again as the official speaker, explaining that my aunt was an outstanding woman in every sense, physically large, larger than life, eccentric in her attire, ahead of her time. Aunt Sonia was a woman who enjoyed living, eating, laughing, loving, but she also had the capacity to commit herself to fight for the deepest and noblest causes, capable of taking risks and embracing her existence whatsoever. “It might be a transgression, but I want to request an applause for her, because she applauded life”, my mother said. While I walk down to my home and the cemetery, the death, aunt Sonia, stretches out of me. I applaud her, her capacity to enjoy, to laugh, to love. I also want to applaud life. And I do.
5 comentarios:
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte
Creo que la vida es tan corta, que no disfrutarla a concho equivale a desperdiciarla. Por eso, me sumo al aplauso.
PD: Cambié el fondo de mi blog =D
Un abrazo.
Yo también me sumo al aplauso, porque es alentador saber que hay gente que aprovecha su vida y que muere sin pendientes en la lista. Pocas cosas me dan tanta envidia como eso. Salud por la Tía Sonia. No la conocí, pero debió haber sido topísima.
Que buena, como cuando en los aviones aplauden al aterrizar, poco elegante, pero elocuente.
Como la muerte anda en secreto
y no se sabe qué mañana,
yo voy a hacer mi testamento,
a repartir lo que me falta
pues lo que tuve ya está hecho,
ya está abrigado, ya está en casa.
Yo voy a hacer mi testamento
para cerrar cuentas soñadas
Les debo una canción a los pecados,
a los pecados que no gasté, los que no pude:
les debo una canción, no como hermano,
sólo de sal que el delectador también alude.
Le debo una canción a lo imposible,
a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en vientos de esperanza.
esta cancion es muy bonita
un abrazo
pablo
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