domingo, mayo 25, 2008

Más China

Otra vez, de forma notable, me ha escrito mi amiga Mónica Melo, mi querida corresponsal que también pone sus Ojos en la Calle, con poesía y en China...

La Reconstrucción


La lluvia regresa después de días de calor, de escombros y cenizas en las ciudad de Sichuan. La muerte viajó desde la sangre hasta el nuevo sentimiento de los chinos que ahora hablan solamente de reconstrucción. Haremos una ciudad nueva en tres años, dice Jiabao.

Lo traducen por canal 9, el canal en inglés cuya señal llega a Tongling, donde la tormenta cae sobre el asfalto de la Universidad y las peluquerías.

Veo sus luces rojas cuando salgo a comprar arroz y un poco de leche.

Me detengo en las vidrieras que simulan un ambiente de glamour primitivo, secadores enganchados al espejo, la famélica hermosura de una china invitando a preguntar un precio, una opción, un buen momento para el sábado quieto y enfermizo.

Esa luna circular, huérfana, tosca, dándole vueltas al trozo de cabello arrancado de una sien al mediodía.

Por la noche, las permanentes y las tinturas van a un cajón inquieto y amarillo, el sillón de espera se hace una colcha húmeda donde ellas se inclinan, simulan mirar tele. O tal vez la escuchan y la miran. Sichuan, 120000 heridos, mas de 60000 muertos. "Lo que más sobra acá es gente" bromea un maestro antes de entrar a clases y hablar con mis alumnos. Luego ya no bromea, los ve y no dice nada.

Una de las mujeres juega con el control remoto, la más pequeña de las tres que están en la vidriera le contesta a los autos que frenan, es la que entra y sale y la única que me vio con mi paquetito de las compras y mi cámara sin baterías.

De pronto, algo impensable ocurre. Se cruza y me muestra una lata de té agujereada con un cuchillo y sellada con cinta adhesiva. La lata tiene una foto de Sichuan y muchos caracteres que no entiendo. Ante mis ojos ajenos, ridículamente grandes en la noche, en la lluvia, en el aire ajeno y débil, me sonríe.

Como si fuera un Erdosain que habla con Hipólita, como aquella Ullrica que ha inventado Borges, como quién sabe cuál de todas esas putas que me trajo Onetti una y otra vez en su escritura. Así la miro, la pongo en un lugar privilegiado de mi tinta y prometo escribir sobre ella, aunque no sepa bien qué ni por qué habría de hacerlo.

La mujer me vuelve a sonreir y al cruzar, un chino gordo y con cara de haber estado por mucho tiempo solo y hambriento, le corta el paso y la toma limpiamente del brazo, como si fueran amigos o un cliente de antaño, de los que siempre pagan y no lastiman.

Los veo desaparecer detrás de una cortinita de cuentas de plástico, como las que aparecen en mi imaginación cuando recuerdo a Astier la noche de la bala fallida, esa noche en que empezó su reconstrucción como una flor que se abre, como un hombre que acepta ser quien es, porque ha pagado, porque ya ha muerto, porque como todos pero a su manera, también ha amado. Y vaya que ha sufrido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Disculpa, pero ¿se trata de Mónica Melo, la hija de mi querida amiga Ximena Machuca?
Saluditos

Arha dijo...

no me pregunten como llegué hasta aquí

pero después de recién inaugurar un espacio una sale a recorrer el barrio
y se encuentra con una postal de china mirada por ojos atentos y sensibles

lindo espacio

abrazos

Esteban Aranda dijo...

Vi el reportaje en televisión, y anoté tu blog...interesante, en algun aspectos cautivador. Tanto así que ahora soy adicto.
saludos