martes, febrero 26, 2008
viernes, febrero 15, 2008
La hora whisky
Anoche -mientras comíamos unos deliciosos sorrentinos en el restaurant Taco’s- hablamos de lo curiosa que es esta amistad, que se ha mantenido por más de cuatro años, pese a los cientos de kilómetros que separan su ciudad de la mía y a nuestra diferencia de edad, porque él tiene algunos años más que yo, en realidad tiene bastantes más.
Lo conocí en enero de 2004, cuando llegamos a su casa muy tarde una noche mientras buscábamos infructuosamente las cabañas donde habíamos hecho reservas. Finalmente nos ofreció quedarnos aquí, sin conocernos de nada y, a los pocos días, conociéndonos de toda una vida.
Vine antes a San Martín de Los Andes, y sentí este lugar como una ciudad soñada, pero desde 2004 siento aquí una suerte de hogar. Una vez más Eugenio se preocupa de explicarme todo, aunque en este sitio puedo orientarme con los ojos cerrados.
Las calles, la playa y el viento, el comercio, el terminal de buses, los locutorios, las librerías y cada recoveco de este mágico rincón de la calle Rohde.
Es lindo cuando uno se siente tan cómodo en un lugar, cuando se relaja y se contacta con la esencia más básica de todas las cosas. Había olvidado lo largo que era el viaje: nueve horas de Santiago a Temuco, ocho más de Temuco hasta acá, pero valió la pena, vaya que sí.
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lunes, febrero 04, 2008
Notas y pausa
“Sí, soy el enemigo”, le dije, pensando en que en realidad prefería verme como Carrie Bradshaw en la inauguración del nuevo club de moda de Manhattan en un capítulo de culto de “Sex and The City”.
Lo cierto es que no soy Sarah Jessica Parker, ni estamos en la Gran Manzana, ni era un subterráneo en el East Village, ni había una copa de Cosmopolitan en mi mano. Era yo en el Bar Constitución, en el Barrio Bellavista, tomando el quinto vaso de agua con hielo de la noche.
“¿Vas a escribir sobre este lugar?”, volvió a preguntarme. “Puede ser. Mira, tú sacas fotos con tu cámara y yo voy capturando imágenes en mi cabeza, tomo todo tipo de notas mentales”, le expliqué. “¿Y cuales son las notas de esta noche?”.
Dos puntos: lugar nuevo que pretende tener onda y va en buen camino; a eso de las 11 las mesas están llenas y sólo veo “gente linda” por doquier; comida un poco cara pero muy rica con presentación impecable; es como estar en Las Rocas de Santo Domingo 15 años después; Juanito Yarur en una mesa toma champaña con un tipo lindo que debe ser su novio; miro mis zapatos con taco y diseño de leopardo y pienso que me veo top aunque por dentro sigo siendo la perna de siempre; muy buena música; a las 2 a.m. se transforma en discoteque; hay muchas chicas guapas; hay muchos más hombres que mujeres; compruebo que mi sonrisa de dientes separados atrae miradas, en especial de los pernos onderos que bailan en un rincón; promedio de edad, 30 años; he perdido la habilidad de esquivar a la gente, lo noto cada vez que voy al baño (muchas por tomar tanta agua); una vez más siento que Nico Torres y yo transmitimos en frecuencias distintas, pero que lo encuentro divertido; Poli me habla de sus nuevos proyectos 2.0 y Felipe me cuenta del Banco de Fotos de Arquitectura Chilena “Barqo.cl".
Eso.
Abandono las notas mentales y bailamos un poco y hablamos de los amores buenos, de los amores malos, de los que están acá y de los que están lejos y pienso que es un tipo lindo, como de otro mundo, y que encontrarlo fue la pausa perfecta en el fin de la noche.
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