martes, marzo 29, 2005

Velas en el Latino


Varias veces he dicho que mi memoria es muy frágil. Recuerdo detalles y fragmentos, pero nunca hechos completamente articulados.

De esa mañana tengo grabado el sonido amenazante de un helicóptero, tal vez eran varios. No lo sé. También recuerdo ruido de autos y balas y, aunque sé que no lo vi, recuerdo al Tío Leo corriendo, angustiado, golpeado y herido, tratando de impedirlo.

Yo estuve ahí, a sólo 100 metros de donde fueron secuestrados. Estaba en el Latino de los Chicos, en Las Violetas. Tenía 8 años. Tercero Básico. Segundo piso con vista al patio, a la cancha de baby fútbol con sus murales, esos que nosotros mismos pintamos.

Lo que si recuerdo muy bien es la pena, el espanto del hallazgo de los cuerpos cerca del aeropuerto, los aniversarios, las velas. Muchas velas y un dolor mudo que sigue hasta hoy.

Es duro que algo así pase en tu colegio, es duro e injusto que un profesor y un papá mueran así, pero sin duda es más duro para los hijos, para sus parejas, para los colegas, para todos los que estaban en El Vergel ese día.

Hoy se cumplen 20 años e iremos a recordar, a romper la fragilidad de la memoria y una vez más habrá velas, cientos de velas, allí en mi colegio, donde fui niña y donde fui feliz, pero también donde conocí el dolor… el dolor ciego, sordo y mudo de esos años.

*Con cariño para Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero, para sus familias, para sus amigos y para todos los que llevamos el alma del Latino en el corazón.

Entrevista de LUN a Estela Ortiz de Parada

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Fuerte y bella forma de recordar algo tan brutal. Gaad

Roberto Arancibia dijo...

Precioso post. Escrito con el corazón.
Como tiene que ser.

Anónimo dijo...

Yo estaba en El Vergel esa mañana. Desde la sala de clases que estaba más cerca de la puerta frontal, oímos los disparos, el helicóptero... todavía recuerdo como nos miramos con Manuel, con ese entendimiento perfecto que tiene la gente que se ve todos los días, y cómo el dijo "mi papá" sin saber aún cosa alguna, pero sabiendo en el fondo todo, porque sabíamos que algo así podía pasar cualquier día. Habíamos aprendido tácticas de evasión se segumientos, habíamos aprendido a hablar sin usar nuestros nombres, a comer papel y tantas otras cosas, pero no estábamos preparados para lo que pasó. No se puede estar preparado para que maten a tu papá o a tu profesor, que lo maten por pensar y por escribir, por querer que el mundo sea mejor. Y lo que pasa es que por último en la guerra, unos de los que haceres más estúpidos e inútiles de la humanidad, hay ciertas reglas, uno sabe qué esperar, y quién viste de soldado sabe que se está jugando la vida voluntariamente. Pero aquí no había guerra, el papá de Manuel no iba de trinchera en trinchera ni lanzaba bombas, y ni siquiera lo promulgaba. Su trabajo era abrirle los ojos a sus alumnos, a nosotros, abrirnos el alma. Recuerdo por ejemplo, una clase que nos hizo donde nos enseñó lo que era y cómo se había originado la música Reggae, una música de protesta! Así que de chicos aprendimos a tener miedo de que hasta la persona más inocente y maravillosa podía caer en manos del asesinato institucionalizado. Así y todo, ahí estuve, ahí me tocó, y por nada del mundo quisiera haber estado en otro lugar. Porque pude ir a la clínica a acompañar a Leo, porque pude abrazar a Marcela, que había forcejeado con los agentes que se llevaban a Manuel, que tal vez le salvó la vida a Leo con su presencia, pero que durante días no pudo hablar, y que cuando dormía despertaba gritando "Manuel dame tu mano". Ella tampoco estaba preparada. Ninguno lo estábamos. Pero sobrevivimos para sentirlo, para contarlo y para tener más claro que lo que se había hecho era una horrible transgresión, y que de alguna manera la vida de cada uno de nosotros iba a contribuir para que algo así no pudiera pasar otra vez. Cada uno, hemos buscado maneras de llevar eso a cabo, contando lo vivido, sensibilizando, trabajando de alguna manera por una sociedad más justa. Algunos formando hijos con valores claros, otros investigando acerca de las sociedad, o del alma de las personas, o escribiendo canciones. No es fácil. Se necesita mucho más que poner velas una vez al año. Pero de a poco, con ese y otros ritos, vamos haciendo pequeños pasos que hacen la diferencia. Así que hoy fue un bien día, un lugar y momento del cual siento orgullo de ser parte, un ritual que me hace tenerle fe al ser humano, aún. Aún.

yo dijo...

Hola Paolomi,

Qué bonito como recuerdas algo tan crudo. Fue havy. Recuerdo que después yo conocí a la hija de uno de ellos, se llamaba América. Yo la conocí como el año 90 y era todo un tema... Recién había democracia y aún esto de los detenidos desparecidos ersa "quizá"... Recuerdo que ella tenía cosas encontradas... sobre todo por su nombre... era todo raro. Qué bueno que si bien todo sigue siendo muy triste, ahora todo esté más saneado.
besos
katina

Cristina dijo...

Era pequeña y es cierto que no vi nada, no escuché nada. No me acuerdo del helicóptero que oyó la Paloma. Incluso por un largo tiempo lo olvidé. Pero sí, estuve ahí, a una cuadra de la bala, de la pena, del miedo... de la rabi

Petruska dijo...

Qué difícil Paloma, pero reitero lo dicho por micronauta:
"Pero sobrevivimos para sentirlo, para contarlo y para tener más claro que lo que se había hecho era una horrible transgresión, y que de alguna manera la vida de cada uno de nosotros iba a contribuir para que algo así no pudiera pasar otra vez. Cada uno, hemos buscado maneras de llevar eso a cabo, contando lo vivido, sensibilizando, trabajando de alguna manera por una sociedad más justa. Algunos formando hijos con valores claros, otros investigando acerca de las sociedad, o del alma de las personas, o escribiendo canciones. No es fácil. Se necesita mucho más que poner velas una vez al año. Pero de a poco, con ese y otros ritos, vamos haciendo pequeños pasos que hacen la diferencia".
El lo pondrá en una canción, otros lo pondremos en otras acciones, pero en definitiva caminamos esos pequeños pasos, que alejen por fin el sinsentido que nos ha dejado tanto dolor. No heredaremos ese dolor.

Cariños. P.

Ceci dijo...

En 1985 aún era muy niña para darme cuenta de lo que pasaba. Sin embargo, esos nombres quedaron grabados con fuego en mi memoria. La crueldad e impunidad con que se perpetraron esos crímenes lograron despertar a muchos que aún dormían, o que simplemente habían elegido no ver.

sole poirot dijo...

una imagen viene a mi mente... muchos peque�os pies con zapatitos negros asom�ndose por los huequitos que hab�a entre la reja y el suelo, s�lo un poco m�s ac� del dolor.

un beso

Anónimo dijo...

Paloma y Micronauta. Acabo de encontrarme con vuestras palabras en las que tratan un tema tan duro como lo que nos tocò vivir ese dìa en el colegio, con mucha delicadeza y equilibrio.

Me hicieron recordar muchas cosas y redimensionar otras. Gracias y los quiero mucho, como siempre.

Un abrazo, Manuel.
http://manutara.blogspot.com/

Anónimo dijo...

hola Paloma, yo menos que menos!!, se de ese día, ya que legue al latino recién en el 90´
y soy mucho más chica, pero si recuerdo que mientras estuve todo ese dolor y tristeza siempre fué recordado...
y también recuerdo ese silencio tan ensordecedor no?, en los pasillos, en los profesores,un silecncio como atrapado entre esas murallas...
besos

Pablo dijo...

Hola Paloma, la verdad había leído este post hace un año y en ese momento no supe qué decir, yo atmbién estuve allí y tenía 10 años... este año sí encontré las palabras, un abrazo, pablo.