Hace una semana, el lunes 22 comenzamos el día caminando por Corrientes. Completé mi colección de Kevin Johansen y almorzamos una pizza insuperable en Guerrín, una picada que descubrí el 2002 cuando fui a Buenos Aires con mi hermano Felipe.
Por la tarde volvimos a Florida y tuvimos una clásica visita a la Plaza de Mayo. Después tomamos un café en el London y probamos el Submarino y el Chocolate con Churros del Café Tortoni.
En la noche la cena de despedida fue en Gardelito, donde estuvimos con Lidia, Matías, Pollo, Diego, Mauricio y Nicolás. Un buen bife y como broche de oro un flan mixto –con crema y dulce de leche- aunque ya no podía comer más.
El martes el viento y la lluvia vinieron de día y salimos con paraguas a comprar alfajores y otros engañitos para traer de regalo. Almorzamos una rica pasta rellena que nos preparó Lidia y partimos al aeropuerto.
Fue por lejos el peor despegue de mi vida, en medio de una tormenta de aquellas, lo único que escuchaba era a Esteban que me decía “tranquilita, tranquilita”. Pero el piloto quiso compensarnos y, al cruzar la cordillera, hizo un planeo lateral a unos 200 metros de la cumbre del Aconcagua, justo al atardecer. De esas imágenes que quedan en la retina por años. La belleza en su máxima expresión.
Más allá de los paseos y la comida, más allá incluso del Aconcagua, fue la gente, fueron los amigos quienes hicieron de éste un viaje inolvidable. Un viaje que quisiera siempre repetir. Gracias.
4 comentarios:
Paloma:
Caí por acá...o me enrede por aca...buena prosa..felicitaciones...mencionas que eres editora de un periodico medico...pero no encontre nada en tu blog...¿me darias el dato?...
Tengo una hija que sufre de enfermedad metabolica...tal vez leer me ayude un poco.
Atte.
Bienvenida a la Argentinidad!
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que buen post
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