Es curioso ver como mi semana de nube gris llamó la atención a varias personas. Pues bien, llegó la luz. Estos han sido unos días muy felices y todo comenzó con
Monobongo.
El miércoles 15 en la noche fui a la Batuta con Paulo (Monín) y la Marisel a ver la presentación del primer video y del disco debut de esta banda. Estuvo “de pelos”. Lo pasé increíble y bailé como loca junto al escenario. Monín puso el color con su gorrito reggae muy a tono con la ocasión.
¿Cómo los conocí? Flash back… Mayo… pub Cabeza de Chancho (Manuel Montt 1060)… el mismo elenco más Esteban. Pedimos la cuenta y nos disponíamos a partir cuando “ellos” se tomaron el escenario. Cinco tipos con overoles blancos. Eran los Monobongo, un grupo con mucha energía, ritmo y buena onda. Imposible no bailar.
Al poco rato con Marisel discutíamos sobre el aro de plástico rojo que tenía el vocalista, muy al estilo de los Piratas del Caribe. Después de una increible demostración de carisma escénico, terminamos encontrando que el accesorio era muy cool.
Aunque echamos de menos el aro rojo (ya le habímos agarrado cariño… al aro), la presentación del disco estuvo buenísima. Ellos habían leído lo que escribí en mi blog y me enviaron un email invitándome especialmente (un honor).
Pero eso no fue todo… Aunque no realicé mi ritual introductorio de costumbre, pues andaba muy “lou perfil” esa noche… ellos me reconocieron!!! Hoy tenía un nuevo correo de Monobongo, agradeciendo mi performance junto al escenario. Lo encontré muy chistoso… o vergonzoso, todavía no lo defino bien… porque lo cierto es que mis pasos de reggae son “lo” pernos.
En fin. Los días siguientes hice varias cosas entretenidas. Fuimos al cine a ver “
Antes del atardecer”, había esperado el estreno por meses. Esteban a los 15 minutos se fue a la sala de al lado a ver “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, porque encontró muy fome la cinta protagonizada por Ethan Hawke y Julie Delpy.
Pausa. A mí me encantó. Romántica 100%. La contención emocional está trabajada de forma brillante. Si uno se involucró de verdad con la historia de esta pareja que se conoció hace nueve años y compartió algunas horas en Viena (“Antes del amanecer”), el reencuentro es lo máximo. La película es mágica. Rodada casi en tiempo real, mientras ellos caminan por las calles de París. Ahora el encuentro dura sólo dos horas. Ha pasado mucho en sus vidas y antes de que parta el avión que lo llevará de regreso a EE.UU. deben ponerse al día y entender cómo sigue existeindo esa química increíble entre ambos, química que llega al espectador… Bueno, a algunos espectadores... otros se van a la sala de al lado.
Después de los créditos, me fui a buscar a Esteban a la otra película. Como habían pocos trabajadores en el cine, nadie se dio cuenta y nadie dijo nada. Siempre debería ser así. Esteban dice que soy un poco pinganilla, porque sueño con entrar a todas las salas gratis, durante horas, y ver todas las películas, sin que nadie lo note y sin que nadie me cobre.
Cumpliendo en parte mi sueño, vi 2/3 del filme protagonizado por
Jim Carrey y Kate Winslet. Excepcional. El guionista es Charlie Kauffman, el cerebro detrás de “El ladrón de orquídeas” y “¿Quieres ser John Malkovich?”. Una locura brillante. No apta para gente “demasiado cuerda”.
Tercera parada: fonda de Casa Piedra. No era tan cuica después de todo. Fuimos a una hora en que no pasaba nada. Ni una cueca y los anticuchos más caros de Santiago. Sólo comí churros y, por primera vez en mi vida, vi rodeo, con novillos, huasos y caballos de verdad, en vivo y en directo. Toda una experiencia para una chica de ciudad. Lo encontré muy cruel, pero me gustó un poco. Es divertido.
Ayer rematamos con otra excelente película, esta vez en DVD. “
Negocios entrañables”. Está si que es una Historia con mayúscula. Actúan Audrey Tautou (Amelie), Chiwetel Ejiofor y Sergi López. La trama aborda la marginalidad en que viven los inmigrantes ilegales en Londres. Un 7.
Sería todo por hoy. Estas serán semanas dedicadas al cambio de casa, por lo que no prometo grandes entretenciones hasta mediados de octubre… Pero uno nunca sabe las cosas que puede ver, si va por la vida… con los ojos en la calle.