martes, noviembre 25, 2008

Sociología de Micro


light up
Cargado originalmente por jamesToligney
“¿Llega el terminal?”, es la pregunta con que subo a la micro en la Plaza Aníbal Pinto cuando se acaba mi tiempo en el Puerto.

Me ubico en el asiento detrás del conductor y abro muy bien los ojos y los oídos para presenciar en primera fila la conversación entre el chofer y su copiloto.

Se trata del típico amigo de turno, como podría ser su esposa, un ahijado, o el que vende los chocolates de dosporcien. Esta vez es un hombre cincuentón, corpulento y sudoroso, que hace gala de la sabiduría del pueblo.

“Mire, lo que hay que hacer es construir unos centros especiales de rehabilitación para estos cabros delincuentes. Pero de rehabilitación de verdad, donde los tengan trabajando y no de vagos. ¿Sabe cómo resolvieron el problema en los países nórdicos? Porque esos gallos si que saben ser efectivos… Metieron a todos los patos malos a un lugar así y los doparon bien dopados, con Diasepam y Lorasepam, para lavarles el cereblo bien lavado, porque es la única forma de solucionar todo esto. Hay que lavarles el cerebro a esos cabros para que se dejen de hacer huevadas”.

“Yo los mataría a todos y punto, porque la cosa hay que solucionarla de raíz”.

Creo que mis ojos no podían estar más abiertos y mi lengua casi sangrando mordida por mis propios dientes.

El análisis sociológico siguió en la micro hasta que llegamos a la Plaza O’Higgins. “No quisiera bajarme sin agradecer lo ilustrativo que ha sido viajar con ustedes. Hubiera aportado con mi opinión, pero no quise interrumpir su interesante conversación. De verdad, muchas gracias”.

En el bus de vuelta a la capital traté de atrapar cada una de las palabras que había escuchado, mientras la vibración del bus me mecía hasta el más grato de los sueños.

Foto de James Oligney en Flickr

NO ES UNA ENFERMEDAD, ES UN CRIMEN

“Día internacional de la no violencia contra la mujer se conmemora hoy: Una de cada dos chilenas dice haber sido víctima de violencia intrafamiliar”

Este titular que hoy aparece en el diario El Mercurio me hace pensar en la frase de un cartel que vi hace poco:

La violencia física o psicológica NO ES UNA ENFERMEDAD, ES UN CRIMEN

También quisiera repetir algunas de las opiniones que escribí hace un año aquí en mi blog
Es un tema difícil, con límites difusos, en el que nadie se quiere involucrar, donde pocos están dispuestos a intervenir, muchos tapan su boca con frases como “no es mi problema” y otros tantos piensan “algo debe haber hecho para merecerlo”.

Partamos por decir que NINGUNA MUJER MERECE SER AGREDIDA NI FÍSICA NI SICOLÓGICAMENTE. Sin embargo, a menudo existe una responsabilidad compartida en la llamada violencia doméstica: uno agrede y el otro “se deja” agredir, ya sea por miedo, por vergüenza, por cariño, por esperanza de que la situación vaya a mejorar o, simplemente, por costumbre.

Un círculo vicioso que muchas veces se da a puertas cerradas -lavando la ropa sucia en casa- y que en bastantes casos se trasmite de generación en generación.
En esa oportunidad dije que “Es el círculo de la violencia, donde nadie es culpable, donde no sólo sufre la persona agredida, sino también el agresor, pues al calmarse se arrepiente de haber dañado (física o sicológicamente) a sus seres amados”.

Pues ahora grito que sí hay culpables porque:

La violencia física o psicológica NO ES UNA ENFERMEDAD, ES UN CRIMEN.

miércoles, noviembre 12, 2008

Reloj Biológico

Estoy esperando mientras me rocían desinfectante, de ese que tiran los ventiladores del andén. En el canal del Metro muestran el caso de un pueblo holandés que tuvo la conexión a cable e Internet cortada durante 4 días y -luego de 9 meses- la localidad experimentó un explosivo aumento de nacimientos.

Tengo la sensación de que hace nueve meses en Santiago se cortó Internet, el cable, la luz, cerraron los restaurantes, los bares, los centros deportivos. Por todos lados está lleno, lleno de mujeres embarazadas. Pero no de pocos meses, sino que a punto de dar a luz.

Yo, que ando con el reloj biológico andando, tanta guata suelta me da cierto vértigo. Sé que no podría hacer las ochocientas mil cosas que hago si tuviera una guaguita en mis brazos, pero a veces es algo que deseo mucho, mucho.

Guaguatera desde siempre, hoy estoy supliendo este huequito con los hijos de mis amigos, todos y cada uno de ellos deliciosos. Aquí una pequeña bella muestra: Sofía, el cachorro de mi amigo Claudio, una belleza que aceptó participar en “Paloma TV” con su propio show.