Durante muchas semanas me negué, porque la verdad es que disfruto mucho más comiendo que cocinando. Digamos que no tengo grandes virtudes culinarias (jajaja).
Finalmente me convencieron y el resultado final me pareció demasiado "pro". Tanto así, que estoy pensando dedicarme a la cocina (chiste, ríase por favor).
El plato que elegí preparar fue una ensalada de rúcula que me encanta. Ponga play y "haga hambre".
Comencé con este blog en 2004 y durante cinco años escribí historias de ciudad, de cultura, de las pequeñas grandes cosas del día a día. Luego, en 2009, hice un giro a textos que tenían más que ver con la nueva sociedad de redes, temáticas y plataformas 2.0.
Reviso mis publicaciones de los últimos meses y noto con entusiasmo que he vuelto a cambiar de rumbo. Ahora estoy en una onda algo más intimista, pero sobre todo, he ido abordando asuntos, por decirlo de alguna forma, más antropológicos.
Como una forma de explicar lo que hago y lo que prende mi alma, he dicho que me gusta conectar ideas y personas para generar valor. Se podría decir que es un lema que practico cada día. No puedo dejar de pensar en conexiones con augurios afortunados, en ideas que redundan y pueden ser sinérgicas si se mezclan, en personas que pueden generar cosas maravillosas si se encuentran. Esto es en buena parte lo que me conduce a hacer llamadas, mandar mails, comprar libros, juntarme con gente, seguir a personas en redes sociales, asistir a eventos y, por estos días, a escribir.
El video es maravilloso, pero está en inglés, por eso me di el trabajo (y el placer) de hacer una traducción lo más textual que pude, para que todos los que no hablan el idioma puedan disfrutarlo tanto como lo disfrute yo. A continuación el video, y luego la traducción:
En los últimos cinco años he venido investigando de dónde vienen las nuevas ideas. Es el tipo de problemas en los cuales todos estamos intrínsecamente interesados. Queremos ser más creativos, tener mejores ideas, queremos que nuestras organizaciones sean más innovadoras. Yo miro este problema desde una mirada del entorno: ¿qué otros espacios históricamente nos han permitido aumentar de forma inusual el grado de creatividad e innovación? Lo que he encontrado en estos espacios son patrones recurrentes, que aparecen una y otra vez, y que son cruciales para construir entornos donde aparece de forma inusual la innovación.
Existe un patrón que yo llamo la “corazonada lenta”. Las ideas superiores no llegan en un momento visionario, ni por un golpe de inspiración (del tipo Eureka!), las ideas más importantes toman un largo tiempo en evolucionar y pasan mucho tiempo adormecidas en algún lugar en el fondo. No es hasta que algunas ideas tienen dos o tres años, algunas veces hasta 10 ó 20 años, que de repente se vuelven exitosas y útiles de alguna manera para uno. Esto en parte sucede porque las buenas ideas normalmente provienen de la colisión entre corazonadas más pequeñas y es entonces cuando forman algo más grandes que si mismas. En la historia de la innovación hay muchos casos en que alguien tiene la mitad de una idea.
Hay una gran historia sobre la invención de Internet y Tim Berners-Lee. Este era un proyecto en el que Tim Berners-Lee trabajó durante 10 años, pero cuando comenzó el no tenía idea de qué se trataba este nuevo medio que iba a inventar. Empezó desarrollando un proyecto que tenía que ver con organizar sus propios datos, lo desechó después de un par de años y luego comenzó a trabajar en otras cosas. Solo unos 10 años más tardes la visión completa de los que sería Internet vio la luz.
Esta es la forma más frecuente en la que las nuevas ideas aparecen. Necesitan tiempo para ser incubadas y pasan mucho tiempo en forma de corazonadas parciales.
Lo otro importante cuando se piensa sobre las ideas, es que cuando toman forma en esta etapa de “corazonada” necesitan colisionar con otras corazonadas. Muchas veces lo que convierte una corazonadas en una idea visionaria es otra corazonada que está dando vueltas en la cabeza de otra persona. Por eso es necesario encontrar la manera de crear sistemas que permitan que esas corazonadas se encuentren y se conviertan en algo más grande que la suma de esas partes. Este es el motivo por el cual las cafeterías en la época de la Ilustración o los salones de encuentro del modernismo fueron unos tremendos motores de la creatividad, porque fueron el espacio donde las ideas podían mezclarse, intercambiarse y crear nuevas formas.
Cuando se mira el problema de la innovación desde esta perspectiva, se comparte un importante esclarecimiento sobre el debate que hemos estado teniendo recientemente respecto de qué es lo que Internet está causando en nuestros cerebros. ¿Nos vamos abrumando por un estilo de vida en que estamos siempre conectados, realizando tareas múltiples al mismo tiempo y que nos lleva a tener pensamientos menos sofisticados? ¿Es por eso que nos alejamos de las lecturas que significan un esfuerzo más contemplativo, lento y profundo?
Yo soy un gran amante de la lectura, pero creo que es importante recordar que un gran agente movilizador de la innovación científica y tecnológica ha sido el incremento que históricamente ha ido teniendo la conectividad. Esto ha potenciado nuestra habilidad para obtener y compartir ideas con otra gente, tomar prestadas las corazonadas de otras personas, combinarlas con nuestras propias corazonadas y convertir todo eso en algo nuevo. Más que ninguna otra cosa, esto ha sido el principal motor de la creatividad y de la innovación en los últimos 600 o 700 años. Entonces, si bien es verdad que estamos expuestos a más distracciones, ha pasado algo milagroso y maravilloso en los últimos 15 años: tenemos muchas nuevas formas de conectarnos y muchas nuevas maneras de buscar y encontrar otra gente que posee la pieza que faltaba para completar la idea en la que estamos trabajando.
Cuando tropezamos de forma casual y afortunada (serendipia) con una nueva pieza de información que podemos usar para construir y probar nuestras propias ideas, éste es el verdadero lugar de dónde provienen nuestras ideas, es la oportunidad de conectar mentes.