Este año también fue movido para mí, pero fue fantástico. Da un poco de pudor decir algo así cuando hay tantos que han sufrido.
Comencé 2010 con dos noticias, una buena y una mala. La mala: me quedaría sin trabajo el 11 de enero, porque EducarChile tendría la mitad de presupuesto y ya no tenían plata para mantener mi cargo a tiempo completo, que era algo así como jefa de proyectos de comunidades. La buena: el gobierno de Estados Unidos me seleccionó como la única chilena que formaría parte del primer Social Media Tour, un viaje por las principales iniciativas 2.0 del país del Norte, donde nos reuniríamos 30 periodistas digitales de todo el mundo.
Fue una apuesta. Sin plata y sin trabajo ¿era sensato ir a pasar un par de semanas en otro país? Decidí que sí. Es más, decidí quedarme un mes entero, sacarle el jugo al viaje, conocer un montón de gente y aprender hasta más no poder.
Fue una apuesta ganadora. Por mi cuenta visité Bostón y Massachusetts, conocí a gente increíble del Media Lad del MIT y del Berkman Center en Harvard; en Nueva York, Alex Wright me invitó a conocer el periódico New York Times por dentro y nos fuimos de copas de media tarde con Clay Shirky, luego de conocer a algunos de sus alumnos en el ITP de la Universidad de Nueva York.
A mediados de febrero, en Washington, finalmente me reuní con los otros 29 seleccionados del Social Media Tour, todos editores de medios del mundo entero: Eslovaquia, Eslovenia, Francia, Italia, España, Ghana, Namibia, Sud África, Grecia, Israel, India, Malasia, Guatemala, Uruguay, Perú, Colombia.... creo que ha sido por lejos la mejor experiencia de mi vida. Fuimos a reuniones a la Casa Blanca, al Capitolio y al Departamento de Estado. Para entonces ya éramos todos amigos, como un viaje de estudios, pero de gente grande que se emociona con los mismos temas... Juntos hicimos el viaje a San Francisco y juntos entramos a las oficinas de Google, Facebook y Twitter.
El día en que el Social Media Tour terminó, en Chile la tierra comenzó a moverse y se movió tan fuerte como pocas veces ha ocurrido en la historia de la humanidad. Supe de lo que había pasado cuando me desperté y en Chile ya era el medio día del 27 de febrero. Después de saber que mi familia estaba bien, durante el desayuno, se me acercó Paula Abdul, sí, la cantante, y me abrazó llorando, conmovida por la tragedia. Algo incómoda le dije que se calmara, que todo estaba bien. Me demoré dos días en comprender la magnitud de la tragedia. Creo que caí en cuenta, cuando no sólo la Abdul, sino que cada dependiente de cada lugar donde tenía que pagar algo... al ver mi tarjeta de crédito del Banco de Chile, abandonaba el mostrador para abrazarme con los ojos llorosos.
Los días sola en San Francisco fueron raros, sin poder volver, medio desconectada en una ciudad donde no conocía casi a nadie. Me moví medio errática por casi 10 días, amparada por la hospitalidad de Laura Gómez (de Twitter), quien guardó mi gran equipaje un par de días; mi querido amigo Howard Rheingold que -pese a estar en medio de una terrible quimioterapia- me acogió en su casa y me llevó a lugares mágicos de los indios norteamericanos; Abbot Moffat, quien sin conocerme más que por la recomendación de Gina y James, me alojó en su casa de Oakland; y Sam, un amigo inesperado que me mostró museos y acompañó mis últimas horas en la costa Oeste.
Volví a Chile el 9 de marzo, a un aeropuerto sin aeropuerto. El país se estaba rearmando y yo tenía que rearmar mi vida. Acompañé en lo que pude a los chicos de ChileAyuda, el sitio web que convergió la ayuda para las víctimas del terremoto; comencé a dar algunas charlas, a buscar clientes para mis consultorias y, hasta junio, hice muchas cosas chiquitas por aquí y por allá. De ese tiempo, agradezco con el alma a Sofía Calvo y a Pato Muñoz, quienes gestionaron las conferencias más grandes en las que participé. Así y todo, gastando más de lo que ganaba, volví a viajar, porque decidí que era una inversión, y lo fue! Me fui a Argentina, no una si no dos veces. Comencé a acercarme más al tema del gobierno electrónico y el gobierno abierto, entusiasmándome especialmente por el trabajo de los amigos del Gobierno de Buenos Aires.
En julio entré a trabajar a Corfo, la agencia del gobierno chileno que apoya la innovación, el emprendimiento y las Pymes. Estoy ahí como jefa web y de nuevos medios. Han sido meses maravillosos, de mucho aprendizaje y grandes desafíos. Con un equipo de lujo en lo humano y en lo profesional, pensando y creando formas para que los ciudadanos puedan acceder de forma más fácil a los instrumentos de fomento de la corporación. En 2011 nos queda mucho por hacer, por diseñar, por implementar... y eso me encanta.
Además, he seguido viajando, fui a Lima en agosto y estuve con los amigos del Diario El Comercio, a Washigton al Gov 2.0 Summit en septiembre y en noviembre aterricé en República Dominicana para dar una charla en un foro del Banco Mundial. Cuantas ciudades, cuantas historias, cuanta gente maravillosa conocí este 2010.
2011 comienza con cambios. Si todo sale bien, me cambiaré de casa en un mes más, a un departamento un poco más grande y con menos ruido, y me cambiaré de oficina, en el edificio de Corfo. Son cosas que parecen pequeñas, pero que auguran más movimiento del bueno, de ese que te toca el alma y te hace avanzar. Será un año de proponerse cosas y luchar para alcanzarlas.
Hoy, en las últimas horas de este 2010, sólo puedo decir gracias a la vida, gracias a todo y a todos. Gracias a mi familia, a mis amigos, a mis colegas, a la gente que sin conocerme sigue mis pasos en Twitter entregándome un cariño gigante.
Les deseo lo mejor, felicidad, salud, amor y trabajo. Les deseo que disfruten cada instante y les pido que no tengan miedo de vivir con pasión, hacer lo que les gusta, creyendo en ustedes mismos. A mí este año me funcionó y sé que seguirá funcionado.
Paloma