Cuando menos lo esperamos la frase cliché viene galopante a nuestro encuentro y, por más que intentemos apelar al buen gusto, se instala en nuestra mente. Y de ahí al teclado... un solo paso.
"El viaje es un estado del alma". Esa es la frase hecha que ha sido mi consigna los últimos meses.
En febrero viajé a Estados Unidos invitada por el gobierno de ese país y su embajada en Chile. Me seleccionaron por mi trabajo en relación con las redes sociales y, principalmente, por las entrevistas que he realizado en PalomaTV a destacados pensadores, creadores y activistas de la llamada Web 2.0.
Fui la representante chilena en el Primer Social Media Tour, organizado por el Centro para la Prensa Extranjera del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Mis compañeros: 30 periodistas digitales de los cinco continentes y, sin duda, conocerlos fue lo más enriquecedor del viaje.
Como es mi costumbre, le saqué el jugo a cada minuto que pasé en la tierra del Tío Sam.
Me adelanté al grupo, aterrizando en Washington D.C. 10 días antes de nuestra cita, en un respiro que dio la peor tormenta de nieve que ha azotado a esa ciudad en los últimos 100 años. Al día siguiente de mi llegada tomé un avión a Boston y partí a Cambridge donde, en varias jornadas, me reuní con algunos de los profesores más destacados del Media Lab del MITy también fui a conocer el Berkman Center en la Universidad de Harvard. El viaje siguió en bus a la ciudad de Nueva York, donde tuve la oportunidad de visitar las oficinas del periódico The New York Times y de reunirme con Clay Shirky en la NYU.
Con todo ese kilometraje en el cuerpo y un déficit considerable en las horas de sueño, de regreso en D.C. me reuní con mis compañeros de viaje, con quienes desde el primer día comenzamos a generar un ambiente que se parecía mucho al que se vive en una gira de estudios. Creo que sólo nos faltó la guitarra.
Se bien hice mi máximo esfuerzo por socializar con todos, los lazos más estrechos fueron los que se generaron con mis colegas de Guatemala (Beatriz Colmenares), España (Ignacio Escolar), Israel (Ido Kenan), Grecia (Achilles Peklaris), Sud África (Chris Roper), Namibia (Jean Sutherland), Perú (Bruno Ortiz), Colombia (Laila Abu Shihab), y Eslovaquia (Tomas Hudak)... Y con la adorable Nicole Alberico del FPC.
En Washington, nuestro itinerario consideró reuniones en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Capitolio. Con esa sobredosis de Política 2.0 en el cuerpo viajamos a San Francisco, donde pudimos reunirnos con directivos de Facebook, Google y Twitter.
Fue justo al final de la gira cuando me llegó la noticia del terremoto en Chile. Yo ya había planeado quedarme una semana más en California, así que no pasé por la desesperación de no poder volver a Chile, pero la angustia de estar lejos fue terrible.
En cuanto regresé, me uní al grupo de ChileAyuda y, en parte por eso, fui invitada por el Ministro de Mideplan, Felipe Kast, a una visita de dos días a las zonas más afectadas del Sur de Chile. A ese viaje fuimos en exclusiva un equipo de el diario El Mercurio y yo, como medio alternativo. Saqué muchas fotos, twitié, transmití en vivo, capturé videos...
La invitación y las cosas que poco a poco he ido compartiendo de este segundo viaje, han generado una fuerte retroalimentación -positiva y negativa- respecto a la pertinencia de la visita de Kast a la zona, el hecho de que hayamos pasado una noche durmiendo en una media-agua en un campamento de Curanipe y si es correcto que Mideplan me haya invitado a mí que, aclaro, no voté por el actual Presidente de nuestro país.
Con todo esto, me puse a pensar en el espacio de reflexión que se abre.
En la "era de las redes sociales" quienes hacemos uso intensivo de ellas ¿podemos ser considerados como un medio de comunicación? ¿O es necesario pertenecer a algo, a un medio tradicional, un sitio informativo o un blog colectivo? Para que nuestra presencia sea válida en un viaje de esta naturaleza ¿es necesario representar a alguien? ¿Tener un editor?
¿Es necesario ser parte de un medio masivo para "ser un medio"?
Para quienes esperan de mí un acabado análisis crítico y social de las cosas que tengo la oportunidad de observar, creo que pueden desde ya manifestar su decepción.
Mi apuesta tiene otro foco: se dirige a la documentación, a la observación participante, a la colaboración y a la oportunidad de compartir todo ello para generar procesos reflexivos conjuntos. Generar espacios donde, en definitiva, todas las opiniones son bienvenidas y donde el debate es un preciado bien de construcción social. Pues para mí la construcción de significado hoy cobra más valor a través de esta participación conjunta.
Por eso quiero seguir cruzando fronteras, viajando, viendo, compartiendo. Ahora mi desafío es cómo priorizar, ordenar, crear. Cómo organizarme para producir más y comunicar mejor todas las cosas que estoy experimentando y aprendiendo.
A veces pienso que debo llevar una vida más convencional y tener un trabajo común, a veces pienso que debería tener un asistente que me ayude con todo esto, a veces creo que debo cerrar los ojos y "echarle pa' lante".
No sé cuál es la respuesta, sólo sé que el viaje es efectivamente un estado del alma y que yo... yo estoy siempre viajando.