lunes, enero 25, 2010

El Concepto Oso


Por más de 10 minutos un tipo vestido de oso, avanzando lentamente por unos troncos. Una voz constante y repetitiva (algo así como el alma del oso) decía que tenía calor, mucho calor y que soñaba con estar en la montaña fría.

“Raro” pensé. Y seguí esperando que el montaje en algún minuto tomara una ruta clásica, que el argumento me llevara hacia algún lugar de mi experiencia, pero la cosa se fue poniendo cada vez más compleja.

El oso ahora estaba de pié y dentro del disfraz había un hombre negro. Un viejo entraba y salía de una casucha emplazada en medio del nevado paisaje para tirar bolsas de basura sobre su hogar. Un guerrillero con un arco de violín a modo de arma y cuernos de alce sobre la cabeza se paseaba ansioso tras unos alambres de púa y una mujer vestida de fiesta reemplazaba al oso en los troncos, quitando a ratos la corteza y a ratos cosiendo el decorado. Durante la obra, ninguno de los personajes habló.

“Ah, esto es conceptual” deduje frente a mi incapacidad de atrapar el argumento. “Ah esto es poesía”, deduje al poner más atención a la voz en off que parecía el alma del oso. “Ah, esto nos habla de la aislación humana, del frío, de la materialidad, de dejar la basura sobre nuestras cabezas hasta que los deshechos nos comen”, deduje al tratar de entender qué era este conjunto extraño de elementos.

Todo conjeturas, todo deducción, porque antes de ver “Ansío Los Alpes; Así Nacen Los Lagos" no leí la reseña de la obra, sólo me preocupé de llegar a la hora a la Estación Mapocho para juntarme con @macpubli.

Al terminar la función y ver la cara de desconcierto de mi amigo, le hablé del arte conceptual, de las instalaciones, de la poesía del discurso. Le hablé, le hablé y le hablé, hasta que su semblante volvió a la normalidad… O algo así como la normalidad.

Es interesante –por decirlo menos- cómo nuestro intelecto está acostumbrado a lo esperable, a lo lógico, a lo convencional. Y, dentro de todo, mi intelecto parece funcionar en una dirección esperadamente correcta, por lo menos, de acuerdo a lo que más tarde leí en la reseña de la obra:
“La creación ha sido descrita como un poema visual y sonoro que retrata el estado de desolación y aislamiento que experimenta el sujeto contemporáneo y, en particular, el clima de tensión que ha experimentado la sociedad colombiana en los últimos años”.
Sea como sea, la pieza quebró algunos de mis mapas mentales y -la próxima vez que pase por una tienda de disfraces- ya no pensaré en fiestas… sino en el Concepto Oso.