miércoles, noviembre 23, 2005

Lluvia de noviembre


Es como estar en el sur, la escucho cada vez más fuerte al otro lado de la ventana, chocando contra el suelo del estacionamiento que hay afuera de mi oficina. Imagino una casa de madera, una chimenea prendida y los árboles mojados brillando con el viento. Me gusta la lluvia de noviembre. Me gusta este otoño en primavera.

Hay veces que todo en la vida combina ¿cierto?
Foto de Katemina

lunes, noviembre 21, 2005

Experimento: Mi Vida Sin Tele



Datos preliminares: desde pequeña fui buena para ver tele, aparato que ha sido como una droga para mí, por el nivel de evasión que me entrega. Puedo estar horas frente a esa caja viendo desde programas muy serios, hasta dibujos animados, pasando por espacios de manualidades, películas románticas, canales de música, biografías, telenovelas, noticiarios, etcétera, etcétera.

Y, muchas veces, cuando estoy viendo tele nada más existe en el mundo, porque yo estoy ahí, dentro de la pantalla, viviendo y sintiendo todo lo que pasa. Algo así como una enajenación experiencial.

Aunque en la época del colegio tenía un pequeño televisor en blanco y negro con manilla para cambiar los canales, con el paso de los años me he puesto más cómoda. Tanto ha sido mi apego al control remoto que me siento una afortunada por no haber adquirido lo que Safura Abdool Karim describió como el “pulgar de PlayStation”. Sin duda, desarrollé condiciones destacadas y una gran resistencia para este deporte. Y llegué a estar en las ligas mayores.

Hace dos semanas estoy viviendo sin televisión. El experimento no comenzó como algo voluntario, sino que la máquina se echó a perder. Renunció a su vida útil. Entonces, en lugar de reemplazarla, de comprar un último modelo, probar pantallas planas, pantallas gordas, o lo que sea, decidí adoptar una actitud estoica, rechazar (por el momento) la tentación que significó el amable ofrecimiento de la Liú y probar cómo es mi vida sin tele.

¿Qué les puedo decir? Ha sido duro, pero estoy sobreviviendo. A veces me descubro sentada en la punta de mi cama mirándola con nostalgia, como si estuviera encendida y los colores brotaran de ella, pero sé que todo está en mi imaginación, que sigue mala, que está desenchufada. En otros momentos, para aplacar la angustia tomo el control remoto y hago como que la enciendo y cambio los canales. Me siento mucho mejor, créanme. Pienso que es como cuando la gente intenta dejar de fumar y se pone cigarrillos apagados en la boca y bota humo imaginario.

Mi abstinencia no ha sido absoluta, debo confesarlo. A mediodía, en el casino donde almuerzo, mi atención escapa a las historias de mis compañeros de mesa, los ojos se fijan en la tele que está en una esquina del lugar y me evado por algunos minutos en un pasaje de una novela mexicana, cuya historia no entiendo, pero eso es lo de menos; en el metro se me han pasado algunos trenes por quedarme pegada mirando las pantallas que cuelgan en las estaciones, donde pasan noticias y videos musicales; en la Bienal de VideoArte, estuve más de una hora acostada en una instalación, que consistía en una cama con un monitor sobre ella, mientras que la fila de gente que esperaba probarla era cada vez más larga. Además, creo que varios de mis amigos ya no me quieren, porque en actos compulsivos he apagado un par de televisores en casa ajenas; eso lo hago cuando me descubro en estado catatónico o escucho que alguien repite una pregunta a la que no respondí por estar pegada a la pantalla.

Dentro de lo positivo puedo decir que he vuelto a leer con devoción, me estoy aprendiendo nuevamente las frecuencias de las radioemisoras que más me gustan, he redescubierto el living de mi casa y estoy conociendo más el barrio y la ciudad. También volví a ir a museos, a cumpleaños de amigos, a juntarme para conversar un café… Pese a los beneficios, esto ha sido duro, pero se los prometo: seguiré en la lucha.

Recen por mí.

martes, noviembre 15, 2005

Al rescate de la memoria






“La fotografía no es una fotografía, son muchas, son miles de miradas, son lenguaje y memoria”… Esa fue una de las reflexiones de Ilonka Csillag que tuve la oportunidad de escuchar el lunes en el Instituto Arcos, donde la directora del Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico (CNFP) presentó el trabajo de almacenaje, restauración y conservación que desarrolla la entidad.






Recientemente el CNPF editó un bellísimo libro que recorre la historia de la fotografía en Chile durante el siglo XX y en la charla ella contó un poco sobre el nuevo proyecto del organismo: un nuevo volumen sobre Chile desde la fotografía pero está vez abordando el período 1900-1950.

Cuando se tocó el tema de los criterios de selección, sobre qué guardar y qué no, Ilonka se mostró partidaria de conservar todo, porque lo que hoy nos parece irrelevante en el futuro puede ser útil para reconstruir algún eslabón de la cadena, de la memoria de un período determinado. En el fondo tenía frente a mí a una cachurera organizada como yo.

Esa es mi premisa: guardar todo, clasificado, pero todo al fin. Me cuesta desprenderme de las cosas, de las fotos, de los papeles, porque todo es memoria, memoria de algo, de algún pequeño detalle que mañana no estará más con nosotros.

miércoles, noviembre 09, 2005

Brujildas




Varias veces algunas personas me han dado ideas de temas sobre los cuales podría escribir en el blog. La mayoría de las propuestas son buenísimas, pero no logro hacerme el tiempo o las ganas de llevarlas al “papel”.


Ahora mi amiga Cote dice que debería escribir sobre nuestra ida a la playa. “Creo que fue muy positiva, ya que jugamos póquer y tomamos tequila”, agrega y me manda esta foto que le saqué sobre unas rocas en Algarrobo. Me explica que la imagen y la reflexión que propone, dicen relación con la idea de que estamos solos en el mundo; buscando conectarnos con otros, pero solos al fin.


Yo también creo que la ida a la playa fue positiva, pero no sólo por el póquer y el tequila. Tampoco estoy de acuerdo con que estemos solos en el mundo. Fue positiva porque en Algarrobo la conocí mucho más y pude ver que es una gran mujer, divertida, sabia, soñadora, trabajadora, idealista, pero también pude ver que estaba ahí conmigo.

Lo mismo me ha pasado las últimas semanas con otras amigas. Ha sido un mes de brujas y brujerías maravillosas y aprovecho esta tribuna para agradecer a este aquelarre de tremendas mujeres que me acompaña, donde además de la Cote encuentro a la Piti, Lidia, Liú, Sole, Trini, Maca, Yasna, Mónica y otras amigas que me muestran eso, que definitivamente no estamos solos en el mundo. Gracias brujildas bellas.

viernes, noviembre 04, 2005

Escorpiones


Esta es mi hermana Gabriela cuando era chica; debe tener unos seis años en esta foto, en la que aparece disfrazada de tigresita en un acto de fin de año de su colegio.

Hoy la Gabi cumple 14 años.

Ella es una Paloma en versión 2.0 o reloaded, es decir una versión distinta y mejorada. Yo soy buena para hablar con todo el mundo, ella es muy selectiva. Yo soy bajita, ella es alta. Yo fui perna (nerd) cuando chica, ella siempre ha sido de las top de su curso. Cuando yo tenía 10 años y mis compañeros jugaban a los Pitufos, a la Trini y a mí nos dejaban elegir sólo dos papeles: Gárgamel o Azrael… si la Gabi hubiera sido compañera nuestra, no me cabe duda de que hubiera interpretado a la Pitufina.

Igual que en esta foto, la Gabi mira el mundo con esos tremendos ojos verdes, siempre en silencio, hasta que entra en confianza y cuenta las mejores historias que uno puede escuchar, con un humor exquisito y una risa contagiosa.

También mi papá está de cumpleaños pronto. Él se llama Gaad, es inventor y quienes lo conocen sabrán que merece un post aparte. Por ahora basta con decir que me inventó a mí o por lo menos, la mitad de mí… lo que ya es bastante.

Besos para mis escorpiones adorados.