lunes, noviembre 29, 2004

Se busca...

Se busca una niñita pecosa, alegre y consentida. Le gusta contar historias, jugar a la Abeja Maya y ver monitos en la televisión. Aquí está.

Hoy la regresión fue definitivamente rotunda y radical. Tenía pensado escribir algo sobre el afiche de la Bienal de Arquitectura que por estos días se desarrolla en la Estación Mapocho, porque encontré genial como logra ser una muestra de Pop Art Chileno en el más fuerte sentido del concepto, pero el concepto me llevó mucho, pero mucho más allá.

Recordé otra Bienal una que –si la memoria no me falla- se llevó a cabo hace 20 años. Yo tenía sólo ocho y mi mamá estaba muy involucrada en todas las actividades que por esa época realizaba el Colegio de Arquitectos.

Siempre las Bienales contemplan alguna actividad para los niños. En una oportunidad, por ejemplo pintamos con tiza sobre el suelo en la vereda que está en el frontis del Museo Nacional de Bellas Artes; todavía conservo fotos de una mención honrosa que gané a los cuatro. Fue toda mi familia, mi nana, una profesora y mi abuelo Beny, más orgulloso que pato de silabario.

Esa vez, en 1984, los organizadores quisieron hacer algo diferente. Con técnica libre había que realizar una obra sobre “La Plaza de mi Barrio”. Yo estaba en “Barrio Bellavista”, una tienda de decoración que mi mamá (la Myri) tenía en ese sector, justo en la esquina donde actualmente se encuentra el restaurante “Il Siciliano”. Ella me sentó en la mesa donde estaba la caja y me pasó materiales para plasmar mi composición. Hice un colage que recuerdo hasta el día de hoy. Era sobre la Plaza Camilo Mori y quedó realmente bello. Incluso la Myri le sacó una fotocopia. Por supuesto que en esa época las había sólo en blanco y negro.

Muy contenta puse mi obra en un sobre y mi mamá se encargó de hacerla llegar a los organizadores del concurso que, como dije, ese año tenían pensado hacer algo muy, pero muy distinto.

Aunque yo no lo sabía, para entonces las paredes del Museo se estaban cayendo a pedazos. El plan era juntar fondos para la restauración y buscaron una forma impactante de mostrar el inminente deterioro: empapelaron una de las salas con los trabajos que cientos de niños habíamos enviado y luego descararon buena parte de los muros. Mi plaza quedó rasgada por la mitad.

Como no teníamos ninguna información sobre el resultado del concurso, mi mamá me llevó al Museo para ver las obras expuestas. Mis gritos cruzaron todas las salas. Recuerdo mi cara contra el piso de madera húmedo. Lloraba desconsoladamente por tan grande injusticia. Un crimen.

Creo que ese es el momento justo en que mi carrera como artista plástica se vio abruptamente truncada para siempre. Fue entonces cuando comencé a criticar para bien o para mal todo tipo de propuestas de vanguardia, sin conocimientos sólidos, por cierto, pero sí con mucha, pero mucha convicción.

P.D. Apareció otro niño. Este es mateo de nacimiento, tiene los ojos claros y su pelo rubio y redondo como un casco de astronauta. Le gusta coleccionar monedas de todos los países del mundo y dibujar. Se llama Gonzalo Yávar y escuchó mis prédicas secretas a todos los dioses implorando por saber de su paradero. Debo confesar que lo perseguía en segundo básico para agarrarlo a besos y todavía tenemos un par de cuentas pendientes. Gonza, por favor espero que dejes un nuevo comentario indicando un email o alguna forma para ubicarte. ¡Te extraño hace más de una década! Para el encuentro de los 10 años del colegio todavía falta contactar al Nico Ferraro, Álvaro Cahn, Alejandro Tirado y otros más. ¡Necesito nueva ayuda de los cielos!

P.D. 2 Como sé que mi humilde bitácora es reconocida por buscadores como Google y la leen unos cuantos incautos, aprovecho aquí de poner un anuncio de mi querida amiga Lidia, que en su casa en Buenos Aires arrienda un cuarto para extranjeros que visiten la hermana República Argentina. Su texto dice así:

"Rent a room in Argentina (Buenos Aires)
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lunes, noviembre 22, 2004

Cuanta nostalgia

Poco a poco las cosas comienzan a encontrar su lugar. Ya pusimos lámparas, cuadros y cortinas y quedan pocas cajas por ordenar. Mi nuevo barrio es maravilloso. Estas últimas semanas fuimos a todas partes caminando: a la Feria del Libro en la Estación Mapocho (cara); al Teatro La Comedia a ver “Las Cloacas del Paraíso”, de Jorge Díaz (buena y muy kitsch, me encantó la performance de Francisco Gómez como un Abel travesti, digno de Broadway); al Café Mosqueto (gran variedad de cafés del mundo); al Museo de Bellas Artes a ver la exposición del fotógrafo Henri Cartier-Bresson (una maravilla, imperdible); a Zacatecas a comer tacos mexicanos; al frontis del MAC donde vimos una pareja de contorsionistas; al cumpleaños de la Piti en la “Aldea de las Artes”; al Biógrafo a ver “Good Bye Lenin” (muy entretenida e interesante); a la casa de mi vecina Carola a tomar un vinito (onda Friends); a la Vega a comprar verduras y al Mercado a comprar pescado fresco. También tuvimos una vista privilegiada del paso de las comitivas de la APEC e incluso vinieron de Carabineros a empadronarnos, por si a alguien se le ocurría lanzar un misil desde mi edificio.

Pero más allá de todos estos entretenidos panoramas, vengo aquí a cumplir con mi promesa de la nostalgia que surgió por el hecho de cumplir 10 años desde que salí del colegio, pero haré un breve alto para un capítulo familiar.

En este momento mi hermano Felipe se encuentra en un congreso en Tailandia para mostrar su proyecto de e-learning que está desarrollando en la Universidad de Waseda (Tokio, Japón), gracias a una beca de cooperación de ese establecimiento con la Universidad de Chile. Como además de talento tiene mucha suerte, mientras esperaba el vuelo que lo llevaría a Bangkok se puso a conversar distendidamente con un hombre que estaba sentado junto a él y resultó ser ni más ni menos que el vicepresidente de Microsoft… Felipe “Cuevas”, le dicen. (En chileno cueva es una forma vulgar de decir suerte).

Muchos ya saben que él es muy bueno en el tema computacional. Retrocediendo en el tiempo podemos recordar que hizo un software musical que tiene gran éxito vía Internet, que desarrolló un sitio web de vida joven y universitaria, que le han hecho varias notas y reportajes en medios de comunicación chilenos, que hizo clases de computación incluso en la Bolsa antes de cumplir 14 años y que programaba en Atari mejor que su profesor a los 10. Pues bien, todo eso comenzó con una maquinita que nos trajeron nuestros abuelos de un viaje a Estados Unidos, con un juego que fue el antecesor de Mario Bros. Aquí encontré el testimonio gráfico de esta historia, una verdadera primicia.

Volviendo a la nostalgia del colegio, y si de testimonio gráfico se habla, a continuación dos fotos de mi curso del colegio Latinoamericano de Integración. La primera es de 1988 y la segunda es de 1991. Seguimos buscando a varios que están perdidos en el tiempo y en el espacio, necesito ayuda y una bola de cristal para encontrarlos, pistas huellas, algo. Por ahora, seguiré mirando los tesoros que aparecieron con el cambio de casa, riendo, llorando con estos trocitos de memoria que me dan tanta nostalgia.

lunes, noviembre 15, 2004

Del Latino con amor


Salí del colegio hace 10 años. Sí, es fuerte. No, no me digan que aún soy joven y todo eso, pues cumplir 10 años de algo, de lo que sea, es bastante y obliga a mirar hacia atrás, hacer recuentos, sacar nostalgias del cajón y mucho, mucho más.

Aunque cursé los tres últimos años de la enseñanza media en el Colegio Francisco de Miranda, donde hice grandes amigos, la mayoría de mis recuerdos añorados tiene relación con los 11 años que estuve en el Colegio Latinoamericano de Integración. Desde pre kinder hasta I medio. Una vida.

“Aquí estamos cantando y buscando la luz que siempre nos ha de guiar, con la frente en alto y sin desmayar, no tememos a la adversidad…” Creo que así empezaba el himno del colegio. Pero ese es sólo uno de los miles de retazos que tengo en mi mente.

Estuve ordenando y encontré fotos, cuadernos y el anuario de octavo básico… “Paloma Baytelman… amor platónico: Tom Cruise (perdón, era la época). Frase típica: Yo creo que, yo opino que. Regalo útil: un micrófono”. Las cosas no cambian, soy consecuente de nacimiento. Nací con mi estilo.

La tía Isabel y el Pelao eran mis ídolos. Mis amigas, la Trini, la Piti, la Maca Mallol, la Sole, la Tamara. En realidad el curso entero era una familia muy unida. Me acuerdo de los paseos al Manzano, las kermeses, el pepito paga doble, el tío Pedro Aceituno, mis nulas aptitudes para la gimnasia, cuando descubrimos los besos jugando al semáforo y “al cortado”, los “10 o 20 pesitos” de la tía Isabel y sus clásicos “ a corazón abierto” con los que nos hacía confesar lo más inconfesable. Como Pablo Antonio, cuando en 6° contó que yo le gustaba un poco y yo había muerto de amor por el en 4°, pero ya era muy tarde, para entonces me gustaba Benjamín. Sí, siempre fui enamoradiza. Traía el corazón gordito de fábrica.

Tengo un amor y una nostalgia tan grande por todos, que comencé un intento para organizar el clásico encuentro de los 10 años, aunque yo no haya egresado del Latino.

La Sole Poirot, que está viviendo en España, mandó las fotos que inspiraron este post (en ambas yo soy la que sale más hacia la derecha). Mucha gente pasó por ese curso, pero hay algunos que fueron como hermanos para mí y de los que no he logrado conseguir sus datos: Álvaro Cahn, Nicolás Ferraro, Pablo Martínez, Tere Ramírez, Carolina Silva y Gonzalo Yavar.

Espero que podamos ubicarlos. La idea es hacer algo la segunda quincena de diciembre, aunque hay varios que no podrán venir porque están lejos. En fin. Con esto doy por inaugurada una etapa de recuerdos. Aunque continuaré recomendando panoramas y contando mis experiencias, en mis próximos escritos reviviré algunos episodios de estos últimos 10 años, donde les aseguro que me han pasado muchas, pero muchas cosas.

viernes, noviembre 12, 2004

Extra, Extra!!!


Monobongo ayer estuvo increíble. En La Batuta no cabía una aguja más y todos bailaban y coreaban las canciones. Ellos estaban tan y más lindos que siempre, con unos overoles color salmón. ¡Son topísimos!

Para los que se los perdieron y quieren saber por qué rallo tanto la papa con esta banda, que incluso hizo bailar a mi amado Esteban y a mi querido amigo Gabriel (que no son muy bailarines)… Pues esta noche tienen una nueva oportunidad.

Los Monobongo se presentarán hoy, viernes 12 de noviembre, a las 21:00 en el Patio de Comidas del Parque Arauco (Santiago, Chile). Imperdibles. Repito. Imperdibles.

Estoy en día de cierre. Cambio y fuera.

martes, noviembre 09, 2004

Música en vivo y digital


Para que no me extrañen en esta semana (que para mí será de mucho trabajo) les dejo dos excelentes datos:

El primero es que tengo 20 entradas liberadas para un recital de Monobongo (los interesados deben dejarme un comentario al final de este post).

Ellos son increíbles y van a presentarse el próximo jueves 11 de noviembre a las 22:30 en La Batuta (Jorge Washington 52, Plaza Ñuñoa) en el marco del ciclo “Bandas de Chile”, iniciativa auspiciada por Audiomúsica y Radio “Rock & Pop”.

El grupo tiene una propuesta musical muy diferente, ya que fusiona estilos ágiles y movidos, que van desde el afro-reggae, hasta el pop y el rock. En el escenario Monobongo despliega una energía que pocas veces he visto. ¡Hay que verlos en vivo! Imperdibles.

(Aquí hay un video de los Monobongo. Demora un poco en bajar, pero está muy bueno, actúa "Pedro Machuca")

Segundo dato sabroso… Minus, esta compañía ya es un secreto a voces y hay que gritarlo. Tienen un servicio “de pelos”.

La idea es que uno pueda digitalizar toda su música, sin perder tiempo frente al computador ni dejar de hacer ni vivir otros panoramas.

Les cuento… Minus es una empresa que entrega el servicio de conversión de CD's en archivos MP3, para disfrutar de las colecciones de música en el computador o en la nueva generación de reproductores digitales como los I-Pods.

Su objetivo es liberar a los usuarios del fomísimo trabajo de traspasar sus compact disc al formato que usan estos reproductores. Las personas sólo deben enviar sus CDs en un sistema de embalaje especial (también hay un servicio a domicilio) y a los pocos días recibe de vuelta sus discos más toda su colección de música convertida a MP3 de alta calidad y respaldada en DVD-ROM, con toda la información necesaria (artista, canción y álbum) para instalarla en su reproductor digital.

La compañía entrega soluciones completas y de operación fácil y simple, para lo cual también venden I-Pods y sus accesorios, resuelven temas de conexiones alámbricas e inalámbricas para conectar la música a radios de autos y equipos de música domésticos.

Todo esto se puede encontrar en www.minus.cl

Además en Minus tienen una política pro derechos de autor, lo que me pareció muy interesante en una empresa de este tipo.

Espero verlos digitalizados y en persona en La Batuta

P.D. Mi hermano Felipe (que está radicado en Tokio, Japón) por fin puso las fotos de su viaje a China en su blog (http://www.baytex.cl/) Las fotos están buenísimas. Vayan a verlas y déjenle algún comentario. Si el comentario es en buen chileno, harto mejor, porque creo el pobre cauro anda medio nostálgico.

martes, noviembre 02, 2004

¿Y usted ya votó?


Con el calor abrumador que suele caracterizar los días de elecciones, ahí estaba yo, sentada en la cuneta afuera de una farmacia en Tomás Moro con Bilbao.

- ¿Y usted ya votó? – me preguntó un dependiente de la tienda con la franca intención de ayudarme.
- No – Respondí.

En efecto no había votado, porque al llegar al que tradicionalmente había sido mi local de votación, me encontré con que este ya no existía. Más bien dicho, ese colegio ya no era una sede electoral.

Siempre había ido al mismo lugar, al mismo gimnasio, a la misma mesa y a la misma hora. Incluso podría asegurar que en varias oportunidades estaban las mismas vocales de mesa y me topé con la misma gente en la fila. Por eso me pareció tan raro que no hubiera autos sobre las veredas, ni heladeros ofreciendo a viva voz sus bebidas frías. Sólo atiné cuando casi llegando a la puerta del colegio me detuve en un kiosco a comprar una bebida y me informaron sobre mi error.

Ahí estaba yo, con el celular descargado, esperando algunos minutos para llamar nuevamente a mi madre y que ella me dijera en qué lugar de la comuna de La Reina me tocaba votar. Entonces me puse a pensar en lo mucho que me gustan los días de elecciones: ver a la gente en la calle. Padres con hijos, ricos y pobres, gordos y flacos, lindas y feas. Todo el mundo, o casi todo el mundo, va con o sin gusto a votar. Lindo.

Esteban contestó el teléfono. Después de dejar a mi mamá y varias de sus amigas en sus respectivos locales de votación me fue buscar y me llevó al Colegio Teresiano que queda en Américo Vespucio, por donde yo ya había pasado dos horas antes en la micro con destino y mi clásico pero herrado destino.

Una vez en el lugar, cuando logré orientarme, vi que todas las mesas tenían filas que daban para largas esperas… Menos mi mesa (Por fin algo que coincidía con mi acostumbrada realidad electoral). Sólo había un par de personas antes que yo y unas vocales que me parecieron conocidas y amigables.

Les comencé a contar mi historia. De lo muy perdida que andaba. Me dijeron que mucha gente había llegado al local antiguo. Entonces intervino la mujer que esperaba para votar antes que yo.

- Hace semanas que hay un tremendo cartel afuera del “colegio”, del Saint John Villa Academy, que dice muy claro que ya no es más sede electoral- me dijo con prepotencia y una papa en la boca.
- Mira linda, hace tres meses que no vivo ni paso por La Reina (mentira) y desde la última elección que no voy a “el colegio”- Le respondí picada, con una papa más grande en la boca, imitando su tono de pituca renovada.

Después entregué mi carnet de identidad, firmé el registro, entré al “cuarto oscuro”, marqué a mis candidatos(as) para alcalde y concejal, con mucho esfuerzo logre doblar los votos, salí, los deposité en las urnas respectivas y manché mi dedo con tinta azul. Todo un acto ciudadano.

Ayer en las noticias hablaban sobre el voto electrónico que ya se utiliza en buena parte de América Latina. A mí me gusta el sistema a la antigua, en el que uno puede perderse de local, reencontrarse, saludar a las vocales, pelear con alguien en la fila y todo aquello.

¿Qué por quién voté?... Pues bien, el voto señores… es secreto. ¡Viva Chile!